El triunfo de Rafael Correa en Ecuador la semana pasada,
junto la victoria de Chávez en octubre, el respaldo de Evo Morales en Bolivia y
de Ortega en Nicaragua, además de la inminente campaña de reelección de Cristina
Kirchner en Argentina, muestran una aparente consolidación a lo que se ha dado
en llamar el Socialismo del Siglo XX, los países miembros de ALBA o algunas
otras denominaciones que se han usado en medios de comunicación.
Como académicos prestados al análisis político, debemos
intentar explicar algunas de estas tendencias. Para comenzar debemos decir que
aunque los personajes se parecen en la estética, son realidades políticas y
personales muy distintas, de allí que cualquier generalización pueda ser
peligrosa.
Veamos una hipótesis: ¿Se dio un cambio en las preferencias
políticas de la población de estos países? Elaborando en esa hipótesis, el
cambio político es solo en esos países. Porque en Chile, cuando terminó el
periodo de la Señora Bachelet o en Perú o El Salvador, solo porque la Agenda
del Presidente Humala o del Presidente Funes no incluyen una agenda económica
radical no son jefes de estado declarados socialistas.
Tratando de buscar una explicación amplia para toda la
región, quisiera elaborar una primera respuesta. Durante la década de los 90 y
buena parte de los primeros años del siglo XXI, los países de la región
aplicaron políticas de ajustes económicas que con grandes costos sociales,
sanearon desde el punto de vista macroeconómico las cuentas nacionales, dejando una situación
relativamente cómoda para los gobiernos. Además, la crisis mundial que ha
privilegiado la exportación de materias primas, poniendo a la región en una
posición privilegiada. Un ejemplo de esta tendencia la tenemos en la
Declaración de la CELAC y la Unión Europea, los países del viejo continente le
solicitaron ayuda a la región para salir de la crisis.
Esta relativa bonanza económica ha permitido a los gobiernos
aumentar las ayudas sociales y políticas redistributivas del ingreso, que sin
duda, han sustentado sus mayorías electorales. Desde mi perspectiva, esta ha sido la clave de
estas corrientes políticas.
Sin embargo, hay dos problemas básicos: 1. La sostenibilidad
de los programas y 2. Los abusos en el ejercicio del poder. En primer lugar, las políticas económicas
requieren permanentes ajustes y dependerá de cada administración su monitoreo.
En el segundo caso, lamentablemente el denominador común de todos estos gobiernos
han sido los enfrentamientos con la prensa y el ejercicio desmedido del poder
en contra de los grupos políticos contrarios.
Estas acciones han debilitado en gran medida el ambiente y la percepción
del ejercicio democrático, como algo más que un ejercicio electoral.
El equilibrio en estas dos variables será la clave del
futuro de estos gobiernos. Un ejercicio más democrático en el poder y un ajuste
en sus variables. Si ello no ocurre, pronto tendremos cambios.
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