La OEA: ¿una simple caja de resonancia?


La sede de la Organización de Estados Americanos en Washington y sus diferentes oficinas a lo largo del continente están vibrando. Los golpes de estado, las crisis, las amenazas, es decir, el debate político del continente está en plena ebullición en el seno de la vieja organización, que muchos daban por muerta hace poco tiempo.

La historia de la organización sube y baja, desde su fundación a finales del siglo XIX hasta su consagración definitiva en 1948. Muchos discursos, muchos debates fundamentales se vieron en sus salones; pero en la década de los noventa, la organización parecía morir. El consenso de Washington y la agenda económica de la América Latina, sumieron a la OEA en un papel de mero observador, del que solo se sabía la incansable labor de protección de los Derechos Humanos a través de la Comisión y la Corte Interamericanas. La pérdida de importancia del órgano internacional fue de tal magnitud, que por ejemplo en la crisis de Haití, en ocasión del golpe al Presidente Aristide, la OEA no actuó. Todo el peso de la acción internacional estuvo en manos del Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero el continente ha dejado a un lado los temas económicos y el consenso, para dar paso a un debate profundo sobre los caminos ideológicos que deben transitar sus respectivos pueblos.

Sin embargo, este revivir de la OEA ha tomado a la institución sin un proceso de reformas que la puedan adaptar a la realidad del siglo XXI. Estas crisis de los últimos años: Perú, Venezuela, Honduras han mostrado que la organización es un club de presidentes, de poderes ejecutivos, donde la participación de las organizaciones sociales está de un lado. Solo la Comisión Interamericana, con su restringido mandato de protección de los Derechos Humanos parece entender la necesidad de una conexión entre la calle y las decisiones que se toman en el seno de los organismos internacionales.

La necesidad de que el Secretario General de la organización asuma un rol de liderazgo parece ya inaplazable. Hace algunos años se convocaron grupos de expertos para buscar salidas a esta situación, abrir las puestas a procesos que legitimen su actuación. Ahora se impone retomar ese dialogo y abrir las puertas para la creación de una nueva organización interamericana, con todos adentro, sin exclusiones de ningún tipo y evitando que sea simplemente la caja de resonancia que unos y otros buscan en la construcción de un expediente conflictivo.

Publicado el diario El Nuevo Pais, Caracas. Domingo 30 de Agosto de 2009

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