Tutu, Sudafrica y Venezuela


Uno de los peores crímenes organizados por gobierno alguno después del genocidio de la Segunda Guerra Mundial, fue la política del Apartheid en Sudáfrica, que se inició en 1950 y que separó a los negros de todos los cargos públicos, estudiantiles y sociales.

Este régimen vergonzoso durante años fue rechazado por la comunidad internacional con bloqueos, embargos y condenas internacionales. Pero toda la presión internacional no funcionó hasta que después de 40 años, se organizó un referéndum que permitió desmontar todo el sistema. La primera señal de estos cambios fue la elección de Nelson Mandela en 1994 como Presidente, luego de 27 años prisión política.

El gobierno inició las acciones necesarias para desmontar ese aparato de represión social y política, a través de la creación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, designando al Arzobispo Desmond Tutu como su Presidente.

Este hombre recibió en la ciudad de Washington esta semana, el Fulbright Award, una distinción que se une al Premio Nobel de la Paz en 1984, 130 doctorados honorarios e innumerables distinciones y premios, en reconocimiento a su compromiso con la paz. La acción de la Comisión en Sudáfrica fue esclarecer lo ocurrido durante el apartheid, con las declaraciones de miles de victimas, como una especie de catarsis nacional; luego, en el seno de la propia Comisión lo que así lo quisieran, podrían solicitar amnistía o perdón. Este amnistía, sería solo aceptada si los familiares o los directamente vinculados a las victimas lo aceptaban.

Sin embargo, los especialistas en las Comisiones de la Verdad o justicia transicional, ven con desden esa experiencia; ya que no contribuyó a llevar más expedientes a los tribunales, ni a condenar a mas culpables, sino que ayudó a encontrarse a victimas y victimarios.

Desmond Tutu sostiene que las peores tragedias de la humanidad han sido cometidas por hombres, que tienen un lado bueno y un lado demoníaco. Y que siempre se debe dar la oportunidad de que ese lado bueno predomine.

En todo caso, la idea de esclarecer la verdad es siempre un ideal fundamental en todo proceso social: ¿Qué paso? Esa es la pregunta.

En nuestro país, la idea de una Comisión de la Verdad, que estableciera los sucesos del 11, 12 y 13 de abril de 2002, se puso sobre la mesa y muchos sectores la consideraron como fundamental, pero hasta la fecha no se ha esclarecido la verdad y por consiguiente no ha habido reconciliación. En Venezuela muchas cosas requieren de verdad, para que unos y otros puedan verse y encontrarse.

Las lecciones de Sudáfrica y del Arzobispo Desmond Tutu no son las únicas, pero se levantan como un símbolo: la reconciliación solo se da con base en la verdad.
Por ello, en el día de hoy, el voto debe ser un signo de reclamo para esclarecer una verdad. Todo vendrá después.

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