Las elecciones parlamentarias en
Venezuela en la primera semana del mes de Diciembre pasado, fueron una sorpresa
para muchos en el mundo. Pero sin duda, no son un hecho fortuito o aislado en
el contexto local y regional.
En el caso venezolano, precarias mayorías
en las dos pasadas elecciones en el 2010 y 2013 permitieron al Gobierno
Bolivariano mantenerse en el poder. Revisemos brevemente, en las elecciones
parlamentarias del año 2010, 102,960 votos a favor del oficialismo, le
permitieron obtener una mayoría simple en la Asamblea Nacional. En las
elecciones presidenciales del año 2013, una diferencia de 1,49% permitió a
Nicolás Maduro continuar la revolución bolivariana desde la presidencia de
Venezuela.
Sin embargo, estas precarias mayorías no
se reflejaban ni en la actuación del gobierno, ni en la percepción de los
grupos políticos, así como tampoco en el análisis internacional de la situación
local. Para todos el chavismo era una fuerza arrolladora, que no requería de
consultas.
Este resultado, representa la primera
victoria contundente de la oposición y que impone limites de forma clara al
ejercicio de la Presidencia desde uno de los poderes del Estado, obligando a
todos los actores políticos a desarrollar elementos de negociación política,
más democrática y que sin duda representará una novedad en la actuación
venezolana en el siglo XXI.
Desde una visión más regional, este resultado
tiene una importancia continental al articularlo con la derrota del Oficialismo
en Argentina y la profunda crisis que enfrenta la Presidente de Brasil con la
solicitud de juicio en tramite. La
situación en relación con el llamado socialismo del siglo XXI, puede ser
resumida en una frase del Presidente Evo Morales, a un periódico en Buenos
Aires, la semana pasada: “Maduro y yo nos sentimos solos en la región”.
Estos hechos ya han sido comentados por
diversos analistas, como la primavera latinoamericana, entre otros nombres,
para demostrar el cambio de tendencia en la región. Sin embargo, han sido un
conjunto de circunstancias, desde las negociaciones entre La Habana y
Washington, que crearon una disidencia en la izquierda regional, además de una
gran ineficiencia económica en la mayoría de los países gobernados por esta
tendencia política, para no referirse a la falta de transparencia y corrupción
en la mayoría de los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI.
Los próximos meses serán de gran tensión
en la región. Venezuela y Argentina ensayando un nuevo relacionamiento con las
fuerzas políticas internas; Brasil a la expectativa del juicio a la Presidenta
y en el resto de los países, intentando manejar las crisis económicas como
consecuencia de la caída del petróleo y otras materias primas.
Serán tiempos de cambios, esperemos que
los avances se consoliden y se avance en un cultura democrática de más calidad
para gobernados y gobernantes.
Publicado en el Venezolano Costa Rica Número 152. Diciembre 2015
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