La guerrilla de las FARC atacó este
martes 14 de abril, al Ejercito de Colombia en una zona del valle del Cauca.
Veinte soldados y un suboficial muertos; veinte soldados más heridos son el
resultado del ataque.
Las versiones de las FARC se contradicen.
Por un lado se informa que fue un enfrentamiento entre los dos grupos. Por otro
lado, las investigaciones y la información oficial se refieren a un ataque
claramente planificado, en una zona rural y pobre en el municipio de Buenos
Aires.
Las dos versiones posibles son muy
graves. La primera, de un enfrentamiento
o ataque no planificado por parte de las FARC podrían referirse a graves
problemas de comunicación o estructura de mando en las operaciones del grupo
guerrillero. Si se está negociando en la Habana, un error involuntario como
este, sería muy grave. La segunda hipótesis, de un ataque fríamente planeado es
aún más grave, pero en lo personal mucho más realista y posible.
El Presidente Santos recibe apoyo y felicitaciones
del mundo por un proceso de paz que esta “casi” por culminar. En la Cumbre de
la OEA, en los viajes a Europa y el resto del mundo, ya recibe el tratamiento
del hombre de la paz. Sin embargo, en la
mesa de negociación las cosas parecen ser muy distintas. Temas claves como la reinserción política y
el papel de la justicia en determinar las responsabilidades de quienes
encabezaron las acciones guerrilleras y serán temas duros de decidir.
Entonces, todo parece indicar que las
FARC envían una fuerte señal de advertencia al gobierno. Las cosas no están
resueltas, la paz no esta firmada y aún queda mucho por decidir.
El Presidente Santos no suspendió el
proceso de negociaciones. El Presidente
si autorizó a las fuerzas militares el bombardeo aéreo a los objetivos
militares. De esta forma, pareciera que
retrocedemos un paso, pero no se abandona la carrera.
Este ataque es una muestra de juego
político por parte de las FARC, que a mi juicio pone en evidencia la necesidad
de una voluntad política para construir un proceso de paz sustentable. Como
analistas, podemos concluir que fue un ejercicio político de las FARC. Sin
embargo, para la sociedad colombiana y las familias de esos 21 hombres que
murieron en la acción, el costo no es un problema de un juego político. Es la
necesidad de la finalización del conflicto armado, de una vez.
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