Supongamos que sea verdad, supongamos que
todas las acusaciones del Gobierno Bolivariano de Venezuela sea verdad y que la
relación privilegiada que Venezuela tiene con los Estados Unidos, desde que el
Gobierno del norte intervino a favor del Presidente Cipriano Castro para evitar
que el bloqueo de los países europeos terminara en una perdida territorial,
como era su intención inicial; o que todas las compañías de los Estados Unidos
que explotaron petróleo no fueron una experiencia de varias vías o que por
ejemplo, permitir a PDVSA comprar la compañía CITGO en ese país, que
representaba la mas grande distribuidora de gasolina en ese país. Supongamos
que todo es malo y que las peores acusaciones son ciertas.
En ese sentido, la Ministro del Poder
Popular para las Relaciones Exteriores viajó a la OEA para pedirle a los
Estados Unidos que detuviera todas las políticas que conspiraban contra el
Gobierno Bolivariano. En ese foro, en
presencia de los 35 embajadores de todos los países del continente, el
representante de los Estados Unidos de América, Michael J.
Fitzpatrick, declaró
que “se ha tomado las declaraciones fuera de contexto, no es el caso, permítame
ser claro mi Gobierno no está preparando una acción militar contra Venezuela,
no buscamos derrocar el Gobierno de Nicolás Maduro, ni afectar la economía de
su país, somos el mayor aliado comercial”.
La sola idea de que el
país mas poderoso de las Americas, pueda sentarse con todos los países del
continente y en especial con aquellos países que tiene dificultades con el
resto de la comunidad como testigos, representa la justificación de la
existencia de la OEA. Esta organización
creada en 1889 por los países del continente y que como tal es una de las
instituciones internacionales más antiguas del mundo, tiene un lugar clave en
las relaciones del continente. Estos
años de socialismo del siglo XXI, tomaron como uno de los ejes de su gestión
fue conspirar para disminuir el papel de la OEA. Se ha dicho de todo, desde que
UNASUR es la OEA sin Estados Unidos hasta la famosa frase de Ernesto “che”
Guevara que la organización era la oficina de las colonias de los Estados
Unidos.
La OEA tiene muchas
tareas por hacer, eso esta fuera de discusión. Lamentablemente la organización
no puede hacer algo distinto de las voluntad de los estados que la integran.
Por años, la OEA encarnó el paradigma de lucha por la democracia, interviniendo
contra las dictaduras en el sur y centro América. Lamentablemente este consenso se perdió.
Reconstruirlo es una prioridad para todos los gobiernos, pero tambien para los
pueblos del continente que tienen en los órganos de protección de Derechos
Humanos, algo más que una instancia diplomática, es una verdadera protección
para sus derechos humanos.
La tarea por hacer es
larga y pasa por forzar a los gobiernos a decidir si apoyan o no a la
protección de derechos humanos. De allí
comenzaremos a avanzar.
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