Hacía tiempo que no visitaba Miami. Esas cosas que pasan, la dificultad de los
pasajes, el tiempo, los dólares, tantas razones. Pero hace unos dias tuve oportunidad de
viajar por un fin de semana largo. Miami:
aeropuerto ampliado, nuevos puestos para migración, construcción de autopistas
y un largo etcétera de obras de infraestructura.
Los latinos que hacen compras en las
tiendas se distinguen claramente. Los turistas brasileros destacan del grupo,
con una capacidad de compra sin par con los ciudadanos de otros países del
continente. Venezolanos?, si mucho, pero la gran mayoría ahora no de compras
salvajes, sino mas bien en números reducidos y del otro lado de las vitrinas y
cajas registradoras.
En ese sentido, tuve la oportunidad de
alojarme en un apartohotel en la zona del Doral y cuando salí a caminar en la
mañana, a buscar algo más que un café para el desayuno, me tropecé con un sitio
llamado “la crema de las empanadas”.
Solo al entrar el aire venezolano, la cordialidad maracucha, el café con
las infinitas tonalidades de marrón y la cocina venezolana me dejaron
sorprendido. Queso guayanés, de mano, telita, pabellón, carne mechada y todas
las combinaciones posibles de arepas y empanadas. Al preguntar por la maravilla de los quesos,
uno de los comensales venezolanos, me comentó que todos los quesos venezolanos
ya los hacían pequeños productores en el sur de la florida, usando quesos
pasteurizados que le restaban un poquito el sabor original de leche cruda, pero
que el producto era bueno.
Una refinada forma de sobrellevar la
lejanía de la patria. En la barra de las
3 mañanas que compartí arepas, empanadas y jugos, vi desfilar decenas de
venezolanos, de diferentes aspectos y vestimentas, todos genuinamente criollos,
con un denominador común: cara de trabajar!!!
Esa sea quizás la mayor diferencia entre los venezolanos de los últimos
20 años y quienes se formaron en la era del “ta´barato dame dos” y no solo lo pienso yo, sino los latinos que
ahora ven en los venezolanos y venezolanas un perfil y una forma de trabajo diferente.
Con este escenario de fondo se produce
este incremento de la tensión en las relaciones entre la Revolución Bolivariana
de Venezuela y la Administración Obama. El primero, solicita a los ciudadanos
americanos que tengan una visa con por lo menos tres meses de validez y los
otros declaran a Venezuela un peligro para la región.
En el primer caso, muchos venezolanos que
no pueden perder dos o tres días de trabajo para viajar de Miami a alguno de
los consulados venezolanos para obtener el pasaporte venezolano. Recordemos que
el Consulado General de Venezuela en Miami esta cerrado desde hace 8 años. Estos venezolanos me decían que no volverían al país hasta que
las cosas cambiaran, porque ya habían adoptado la nacionalidad de los Estados
Unidos, no tenían chance para viajar.
Por el otro lado, la Administración
Obama, hace una jugada de gran envergadura declarando a Venezuela como una
“amenaza a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos” y
además sanciona a un grupo de funcionarios públicos bolivarianos.
En ese contexto, donde Maduro se siente
refirmado por la declaración de los Estados Unidos, y estos últimos satisfechos
por endurecer las sanciones, yo solo pienso en los miles de venezolanos que
salieron en estas dos últimas décadas y que han hecho del sur de la florida y
de los Estados Unidos su segundo hogar.
Son las empanadas maracuchas de Miami la amenaza o por el contrario la
ausencia de las mismas en las calles de Venezuela, representan la amenaza más
grande.
Temas complejas de alta política, que sin
duda, tendrán un impacto en la próxima cumbre de la OEA en Panamá, con la
presencia de Obama, Raúl Castro y quizás Nicolás Maduro.
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