No hay espacio para las dictaduras en el
mundo contemporáneo. Pero quizás nunca un presidente haya aceptado el titulo de
golpista o dictador. Anastasio Somoza,
Alfredo Pinochet, Marcos Pérez Jiménez, Gustavo Rojas Pinilla o Saddam
Hussein, por solo nombrar algunos,
tuvieron elecciones, que legitimaron formalmente la existencia de su gobierno
personal. Para todos eran dictadores, pero
se debían guardar las formas en los foros internacionales.
En el siglo XXI, en especial en las Américas, la OEA se enorgullece de mostrar un
continente donde la democracia como proceso político esta claramente
establecido. Hay elecciones periódicas, no hay militares de uniforme en el
poder y hay un cierto respeto formal a la democracia. Sin embargo, el foro
interamericano negoció un tratado de protección de la democracia llamada la
Carta Democrática Interamericana. Este tratado que crea un mecanismo de
protección de los sistemas democráticos, establece las condiciones de una
democracia en el continente. La democracia del continente es de partidos, con
separación de poderes, respeto a los derechos humanos, con transparencia, por
solo nombrar algunos de los elementos contenidos en el tratado.
Para este análisis, último que se publica
en Tal Cual como diario en papel, quisiera tomar el tema del respeto al Derecho
Internacional de los Derechos Humanos.
Los Derechos Humanos son garantías internacionales establecidas en los
tratados aprobados por los estados y que deben ser cumplidas. En el caso venezolano, este es un tema muy
delicado. ¿Un país que se excluye de los sistemas de control de derechos
humanos, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no acepta las
invitaciones de los relatores temáticos de la OEA o la ONU en diversas áreas o
desoye los mandatos de los Comités Especializados de la ONU, como detenciones
ilegales o tortura puede considerarse democrático?
En Venezuela, parece que el examen es mas
bien formal. Eso parece al menos el
criterio de los países del continente: hay democracia porque hay
elecciones. Pero como dijimos al
principio, los dictadores legitimaron su ejercicio con elecciones mas o menos
fraudulentas. Para el continente, el principio de la lucha por democracia
superaba la idea de no intervención. Se
podía intervenir para apoyar la democracia, como lo hizo Venezuela contra las
dictaduras del centro o sur América.
Ahora, parece que las formas importan
más, mientras más muertos inocentes tiñen las calles de rojo, opositores son encarcelados
y otro medio independiente cierra su voz. El futuro requerirá de muchos análisis para
comprender como llegamos todas y todos a esto.
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