La elección del Jefe de Gobierno Alexis
Tsipras de izquierda en el Gobierno Griego esta trayendo grandes consecuencias
en la política europea.
Por un lado, los políticos en las
capitales nacionales europeas y en los órganos comunitarios, rechazan por
completo el dialogo planteado. El
Presidente de la Comisión Europea, luego de un primer dialogo con Tsipras, lo
calificaba según fuentes internas, como “un estudiante de medicina de primer
año que ya quiere operar a corazón abierto”. Muchos lideres europeos, que han
tenido que hacer la tarea impuesta por el Banco Central Europeo para permanecer
en el euro, reclaman que la tarea es de todos. Por otro lado, la Canciller
Alemán, desde la perspectiva teutona, se muestra inflexible frente los reclamos
griegos. Los mercados bursátiles, castigan la propuesta griega de ver las cosas
en perspectiva y de aminorar el costo social de los ajustes monetarios comunitarios.
Al preguntar a los europeos si los
griegos tienen razón, comienzan por decir que si ellos tuvieron que hacer la
tarea, pues a todos les toca por igual. Que el esfuerzo europeo requiere que
todos colaboren. Es difícil conseguir en
el discurso de los gobernantes europeos un resquicio de apoyo al discurso
griego. Quizás la mejor muestra de esta falta de dialogo, sea precisamente, la
idea por la que todos parecen apostar de que los griegos abandonaran el
euro. Es quizás la única certeza de que
algo pasará.
Pero, como analista lejano me gustaría
señalar: los discursos extremos en Europa están creciendo y en el fondo
acercándose. La extrema derecha anti europeísta, se esta consiguiendo con una
izquierda europeísta pero anti liberal. En la práctica, los dos extremos se
están tocando, con un importante apoyo popular del electorado. Solo basta ver
las cifras, desde España hasta Holanda.
El proyecto europeo debe ser un
plataforma política que incluya a todos los países y a todas las sociedades por
igual. La imposición de un modelo sobre otro, no tiene ningún sentido. Una
grupo de países “alemanes bien portados” no puede imponerse a unos
“mediterráneos mal portados”. En
palabras de los lideres griegos, la fabula de la cigarra fiestera mediterránea
y la hormiga trabajadora del norte, no refleja una realidad y no permitirá la
construcción de una Europa unida y sustentable.
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