Cumbre CELAC


La próxima semana se celebrará en San José de Costa Rica la tercera cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe CELAC.

En la efervescencia de las cumbres internacionales y en particular de la complicada agenda de cumbres del continente, (UNASUR, ALBA, Cumbre Iberoamericana, OEA) este encuentro regional puede pasar desapercibido. Sin embargo, la idea de encontrar a todo el sub continente alrededor de una agenda, por tercera vez, no deja de ser un hecho relevante.

La CELAC representa la evolución de mas de 30 años de reuniones políticas latinoamericanas, desde el apoyo que los países de la subregión daban apoyo a las conversaciones de paz en Centroamérica. Es un foro para fortalecer los acuerdos.

Según los coordinadores nacionales de la CELAC, se tienen mas de 50 temas acordados por el grupo. Es decir, que la subregión puede presentarse de manera cohesionada y con una sola voz en ese conjunto de temas, en la ONU, OEA o en cualquier foro internacional.

Una clara muestra de la disciplina de este foro de concertación política fue la elección de la República Bolivariana de Venezuela como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Este elección representó un triunfo colectivo, no un éxito nacional. Debemos recordar que el país no pudo obtener ese mismo sillón, en ocasión del lanzamiento de la candidatura del país, cuando aún se encontraba con vida el Presidente Hugo Chávez.

Los acuerdos de la CELAC deberían unirse para fortalecer los grandes consensos del continente. Pero no en los temas nuevos de la diplomacia mundial, sino en los consensos básicos de la convivencia pacifica y el respeto a los derechos humanos, que no se consiguen por ejemplo en la OEA. Una diplomacia cruzada, donde este grupo podría fortalecer los  agotados consensos que permitieron la construcción de la democracia en América en el seno de la OEA.  Un sistema de protección de derechos humanos, un sistema de protección de la democracia basada en el mismo paradigma es una urgencia. Y quizás trabajar para fortalecer, no solo los acuerdos sobre los temas en que los países están cercanos, sino reconstruir esos acuerdos rotos que permitan un continente en paz, sería una tarea clave para el futuro.


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