Angustia




Escribo estas líneas desde fuera de Venezuela. Por ello solo retratan los sentimientos de algunos de los venezolanos y venezolanas que he tenido oportunidad de encontrar en el exterior y que dibujan algunas de las consecuencias de la situación que vive el país para los que deciden salir. Voy a comentar 3 grupos de venezolan@s: estudiantes, comerciantes y familiares.


Como profesor he tenido la oportunidad de ver directamente a decenas de estudiantes que en un esfuerzo genuino han decidido estudiar fuera del país.  Los innumerable requisitos que el gobierno bolivariano exige a l@s jóvenes que quieren especializarse fuera, son inmanejables. Para no usar todo el espacio solo me enfocaré en que CADIVI estableció las áreas prioritarias para otorgar divisas, si no están en esas áreas, la persona no recibirá la autorización para adquirirlas. De tal forma que todos aquellos que no están en las áreas que el gobierno considera prioritarias y no son millonarios o no tienen una preciada beca internacional tienen dos opciones: estudian lo que el gobierno quiere o se quedan en el país. A menos que el estudiante solicite a la institución donde fueron aceptados, que por favor los cambien de postgrado una vez que ingresan. Las angustias por transmitir a personas de países del mundo, lo que significa el proceso, cadivi, dólares preferenciales y un largo etcétera.  Para muchos departamentos de admisión y finanzas de universidades en España, Estados Unidos, Colombia por solo nombrar algunos, cadivi, es una palabra que abre una dimensión desconocida, pocas veces creída y nunca entendida.

Muchos de los comerciantes y hombres de negocio que han decido salir del país, se encuentran en las circunstancias mas extrañas, teniendo que empezar desde cero, en áreas donde ya se conoce el problema de nuestro país, teniendo que sufrir discriminaciones de toda índole, legales y oportunistas.  Muchos han perdido los ahorros de su vida, iniciando negocios sin experiencia.


Pero quizás el denominador común de los anteriores, son los familiares, madres, padres, hermanas y hermanos, tíos y tías que hacen todo tipo de maniobrar para visitar a sus familiares, conseguir los pasajes, traer la preciada tarjeta de crédito para pasar el cupo y pagar cuotas de universidades, carros, satisfacer necesidades básicas y sobre todo, verse y compartir la familia. Luego comienza la vuelta a casa.  En la maleta o dos de las pocas líneas que vuelan al país, a través de las conexiones más exóticas, el viajero tratará llevar los productos que escasean en los mercados locales y no pagar sobrepeso.  Pocas caras como esas, en los aeropuertos que se despiden con la incertidumbre de la próxima vez. No conozco tiempos en la historia patria, quizás desde la guerra de independencia, que nos haya tocado vivir tal angustia. Y desde fuera del país, no se ve mejor.

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