Los sondeos finales del referéndum para
la independencia de Escocia apuntan a que el no, ganó por un estrecho
margen. Escocia seguirá siendo parte del
Reino Unido. En palabras del Primer Ministro del Reino Unido David Cameron, el
divorcio no se consumó.
Pocos eventos políticos han tenido tanto
seguimiento en el viejo continente, como este referéndum llevado adelante en
las islas británicas. España, con
Cataluña y el País Vasco a la cabeza, Bélgica, Italia y en general en toda la
Unión Europa, la crispación por la ruptura de uno de los estados nacionales del
viejo continente era general.
Las causas de este proceso son múltiples,
pero sin duda la economía y la propia Unión Europea son responsables de estas
tensiones en los estados nacionales europeos.
Debemos recordar que la Europa que conocemos hoy en día, integrada por
estados nacionales es relativamente reciente, en el caso de Alemania, Italia o
Bélgica, son estados que tienen menos
años que nuestros bicentenarios estados latinoamericanos. En el caso, británico, mas de 300 años de
unión o federación han temblado como consecuencia de un modelo de integración
europeo que privilegia la historia antes que la realidad constitucional.
Me explico. La Europa Federal que se
maneja en Bruselas establece una ciudadanía por niveles, primero individual,
luego regional, después nacional y finalmente regional: europeo. Los fondos de cohesión regionales que
distribuye la Comisión desde Bruselas se asignan a regiones concretas, muchas
veces por la influencia o presión de las “Embajadas” que las regiones o
gobiernos autonómicos tienen acreditadas ante esos órganos europeos. De esta
manera, la organización histórica que se reivindica en estos comités
regionales, pertenece a la distribución medieval europea, donde el feudalismo
legitimó reyes y estructuras pequeñas gobernadas por elites militares,
comerciales o familiares.
El Estado Nacional Europeo, en proceso de
consolidación en el siglo XX, fue también responsable a través de un exacerbado
nacionalismo, de los grandes conflictos que en este siglo azotaron Europa. Esta victoria del Reino Unido, frente al
nacionalismo escocés, es una llamada de alerta. La amenaza de estar fuera de la
Unión Europea, en esta ocasión funcionó, pero para futuros casos, quizás no sea
suficiente. La clase dirigente europea debe buscar opciones, entre el
nacionalismo guerrerista y el regionalismo militante. Es una tarea para el
futuro que debe comenzarse hoy.
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