El fin de semana pasado, los ciudadanos europeos votaron de
forma directa y conjunta para elegir los representantes nacionales en el
Parlamento Europeo. Esta institución clave de la construcción de la unión
europea elige a diputados según la población de cada país miembro. Para las
elecciones del año 2014 se fijaron en 751 miembros, que se organizan por
partidos o corrientes políticas, a diferencia, por ejemplo del Parlamento
Andino o el Parlatino, que aunque pertenezcan a diferentes partidos políticos
se agrupan por estados. De esta forma se refuerza la construcción de un
movimiento integracionista que se refleja con el propio trabajo de los
partidos.
En esta ocasión las dos grandes incógnitas a resolver eran la abstención y el crecimiento de los
partidos radicales anti europeos. En el
primer tema, la abstención retrocedió a números de 1979, con un porcentaje
cercano al 66%. Un pequeña muestra de optimismo. Sin embargo, en el tema de los partidos
radicales europeos, el crecimiento fue importante. Un 20% de los votos fueron
para partidos que tienen como objetivo debilitar, reformar e incluso acabar con
la propia institución para la cual fueron electos. En Francia, el Frente
Nacional logra la mayor cantidad de diputados con 24, que representa un 25% del
electorado, seguida por los Euroecepticos en el Reino Unido con un porcentaje
similar y en Grecia, incluso un partido de inspiración neonazi logran una
importante representación.
En este momento, la hija del fundador del Frente Nacional
francés, Marine Le Pen, negocia un grupo parlamentario europeo de 38 diputados,
todos antieuropeistas, que tienen como elemento común, “defender a nuestras
naciones de la construcción europea”, pidiendo revisar tratados, en particular
la libre circulación de personas acordada en el Tratado de Schenguen.
Estos dos hechos dan una señal preocupante de la conciencia
de los europeos en general de comprender que el alto nivel de vida de cada uno
de ellos, tiene una directa relación con la integración, que algunos han dado
en llamar “la fortaleza Europa”. El proceso de integración, que crea barreras
arancelarias para beneficiar a la producción local y fondos comunitarios para
ayudar a cohesionar el proceso de integración han sido la clave del crecimiento
de la infraestructura de todo el continente y de la supervivencia de miles de
compañía productoras que encuentran en su propio mercado la clave de sus
ingresos. Incluso, los pasajes aéreos que son una fracción del precio de pasaje
comprado en nuestro país, son una consecuencia directa de las medidas de
creación de un mercado único.
La falta de una dirección política y herramientas de
comunicación que le expliquen al ciudadano europeo, que acabar con la Unión no
solo abre las puertas a nuevos conflictos olvidados, sino también a un baja en
la calidad de vida, es el problema mas graves que debe enfrentar la dirigencia
europea, antes de que sea muy tarde.
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