Este lunes el Rey de España, Juan Carlos I, anunció su
decisión de abdicar al trono de España, a favor de su hijo, el Príncipe de
Asturias. Para los medios y círculos
políticos españoles, europeos y mundiales, fue una sorpresa que no sorprendió a
nadie.
La precaria salud del Rey, los escándalos de corrupción en
el entorno de la familia real y una sensación de necesidad de nuevos aires en
la Jefatura del Estado Español, aconsejaron separarse de la máxima tribuna
española. Es difícil juzgar los 39 años
de reinado de Juan Carlos I, los importantes avances de España son evidentes,
paso de ser un país receptor de ayuda internacional a ser un proveedor de la
misma, la democracia que construida en estas casi 4 décadas, le otorgan al Rey,
una legitimidad en el ejercicio de su cargo y un respeto por lo alcanzado, que
la ovación general en representación del deber cumplido, es casi unánime.
Sin embargo, una cosa es el Reinado de Juan Carlos I y la
posibilidad de continuar la monarquía en su hijo Felipe es otra. Esta sucesión
abre la discusión sobre la legitimidad de origen de la restitución de la
monarquía como forma de gobierno después de la dictadura de Francisco Franco y
la previa decisión del pueblo español de abolir la monarquía por la
República. La transición dirigida en por
el propio Rey, en 1978 con el apoyo de los partidos políticos en un pacto de
gobernabilidad, no llena los requisitos de participación política que el siglo
XXI ha construido. La idea de un
referéndum que legitime la monarquía es una buena oportunidad de oxigenar el
sistema político, no exenta de riesgos para todo el sistema español.
Frente a las voces en Cataluña y el País Vasco, que hablan
de autodeterminación frente a las voces de consolidación del modelo
constitucional, el Referéndum es una buena oportunidad que consolidaría el
legado de Juan Carlos I para el futuro. El Parlamento Español, sin embargo,
parece que aprobará la sucesión sin abrir los canales de participación
necesarios en esta ocasión y parece que solo los partidos republicanos e
independentistas no apoyaran la nueva Ley que permita la abdicación. Ya veremos
los resultados de esta decisión.
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