La semana pasada se celebró la toma de posesión del
Presidente Luis Guillermo Solís de Costa Rica, marcando el final del gobierno
de Laura Chinchilla en ese país. De esta forma, el Partido Liberación Nacional
entrega la batuta al Partido Acción Ciudadana en el gobierno del país.
Quizás sería bueno comenzar por recordar que Costa Rica es
un país de 4.5 millones de habitantes y una extensión cercana a 51.000km2, similares
al Estado Anzoátegui en nuestro país.
Costa Rica y Venezuela tienen muchos puntos de contacto y
muchas similaridades. No solo esas limitadas a la geografía, el clima y
distribución población, sino también al sistema político que ambos países comenzaron
a construir a partir de finales de los años 40.
La democracia de Costa Rica y la forma de organizarla tiene muchos
puntos comunes con las ideas sobre la democracia presentó Rómulo Betancourt al
país después del golpe de estado de 1945.
Algunos de estos puntos de contacto se deben al momento de desarrollo de
las teorías políticas o al exilo de Betancourt en Costa Rica en esa misma
época. Muchas instituciones
costarricenses contemporáneas recuerdan a instituciones básicas de la Venezuela
tradicional, el Seguro Social o la educación básica obligatoria, por solo
nombrar algunas que en tiempos recientes se han transformado en nuestro país
haciéndolas difíciles de reconocer.
Mención aparte tiene el sistema político de ambos países. La pluralidad
de partidos y el clima político que se respira en Costa Rica, recuerda mucho a
las primeras décadas de la democracia venezolana. Lamentablemente muchas de
estas cosas que acercan a Costa Rica y Venezuela, son más un recuerdo, objeto
de permanente conversación de los muchos venezolanos que han hecho su casa en
ese país.
El gobierno que finalizó en Costa Rica presidido por Laura
Chinchilla fue un periodo difícil, quizás no bien entendido por la población
local. Desde la perspectiva del Derecho Internacional, el país debió enfrentar
de manera permanente litigios contra Nicaragua en la Corte Internacional de
Justicia y al mismo tiempo un gran debate político, donde llevar una posición
independiente frente al auge de las izquierdas, tuvo un costo político importante.
El Gobierno que se inicia ahora bajo la tutela del Profesor
Luis Guillermo Solís tiene frente el desafío de mantener el acervo democrático
e independiente de Costa Rica frente un pragmatismo que no debería traicionar
su oferta política ni el anhelo depositado por sus paisanos con casi 80% de
apoyo en las urnas electorales. En
cualquier caso, suerte para el Presidente Solís y para los costarricenses.
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