Lampedusa

A comienzos del mes de Octubre naufragó en las cercanías de la isla de Lampedusa, en el mar Mediterráneo un barco cargado de hombres, mujeres, niños y niñas que escapaban de África, que como escribió el corresponsal de El País de Madrid en Roma, Pablo Ordaz, “la única novedad es el número.”

La isla de Lampedusa, se encuentra a 113 km de la costa de Túnez y es el territorio mas al sur de la Unión Europea, punto clave en las rutas de tráfico de personas a la fortaleza europea. Italia y la Unión Europea han combatido los movimientos de personas con leyes cada vez mas duras, como la aprobada en el Gobierno de Berlusconi que castigaba a los navegantes que auxiliaran a los botes en peligro, como cooperadores en el tráfico de personas. La respuesta comunitaria fue mas represión para evitar la llegada y en paralelo negociar idealistas políticas que motiven a la gente a no migrar a Europa.

En esta ocasión las imágenes son dramáticas: el hangar del aeropuerto de Lampedusa convertido en morgue, con casi 300 cadáveres, al menos 70 muertos mas al interior del barco hundido y decenas de niños y niñas supervivientes llegando a puerto.

Pero en este caso en particular, dos personas han tenido una actitud completamente diferente, un pescador  y un cura que han obligado a la gente y a los políticos a cambiar su aproximación al tema.

El pescador es Raffaele Colapinto, capitán del pesquero italiano Angela C, desafió las leyes, rescató a los primeros supervivientes y los llevó al puerto dando la alarma del desastre.  En una entrevista en la TVE, la periodista le preguntaba si temía a la cárcel y le respondió a la italiana, que me vengan a buscar aquí, al barcito del puerto, donde con su tripulación siempre termina la faena. Hasta ahora, no hay autoridad que se atreva a desafiar el sentido común y la solidaridad que los italianos siempre han tenido, como lo explicó la filosofa Hanna Harent en su libro “Un informe sobre la banalidad del mal”.

El segundo personaje clave en esta historia fue un cura, Francisco, el Papa argentino. Primer Papa que visita la zona y que en un misa en el puerto, sobre los restos de naufragios previos, pronunció un discurso muy claro “¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias?”

La actuación de estos dos hombres ha obligado a la sociedad italiana y europea a mirar el problema de otra forma. La represión no es, ni será una solución. La realidad del norte rico y el sur africano pobre es un hecho. Como manejarlo, esta en manos de todos. Quizás las lecciones de un cura y un pescador podrían ayudar a reorientar las políticas comunitarias, pero sobre todo a reorientar el sentido de humanidad perdido en muchas partes del mundo.

Comentarios

Bilko ha dicho que…
Excelente Juan...

Este artículo esta de lujo. Basta con que algunos despierten y terminen de darse cuenta de su propia manera de actuar.

Un abrazo y que continuen los exitos.
Juan Carlos Sainz Borgo ha dicho que…
Gracias estimado amigo! Un gusto leer tu comentario. Abrazos