Drama en Egipto


En muchas ocasiones, los lideres de partidos minoritarios que llegan al poder, han comentado que es mucho más fácil protestar por agua que darla.

En una simple frase se resume buena parte de la dialéctica del ejercicio del poder, es mucho más sencillo ser una fuerza de oposición que pueda poner a la gente en la calle, que satisfacer a ese mismo grupo de seguidores como jefe de un gobierno.  Ese es el retrato de la situación en Egipto.  Los hermanos musulmanes han recuperado la fuerza que no tenían en el gobierno, al tener a su máximo líder detenido en lugar desconocido de Egipto, luego del golpe de estado.

Sin embargo, como consecuencia de las protestas en las últimas horas las fuerzas militares desalojaron las concentraciones que desde hace un par de semanas los hermanos musulmanes habían convocado.  Al momento de escribir estas líneas, se anuncian mas de 500 muertos por parte de fuentes independientes y mas de 4000 por parte de los hermanos musulmanes.

La represión militar después del golpe de estado provocó la renuncia del Vicepresidente del Gobierno Mohamed el Baradei, Premio Nobel de la Paz como Jefe de la Organismo Internacional para la Energía Atómica. Ningún otro miembro del gobierno ha renunciado hasta la fecha, aunque hay que destacar que de los 25 gobernadores provinciales designados por el nuevo gobierno, 19 pertenecen a las fuerzas militares. El Gobierno de los Estados Unidos condenó fuertemente la represión, finalizando así la indefinición de la Administración Obama respecto a la situación egipcia.

Los hermanos musulmanes siguen convocando protestas para las próximas horas, por lo que se prevé mas victimas de la represión.  Las protestas políticas se manejan con más políticas, como quedó demostrado por ejemplo en los campamentos que los partidarios del candidato López Obrador en México realizaron en contra de la elección de Felipe Calderón por algunas semanas y que fueron abandonas luego de las quejas de comerciantes y vecinos que vieron sus ventas mermadas o su estilo de vida totalmente trastornadas.

Los militares en político o como árbitros de las elecciones no son siempre los mejores interlocutores y en general las cosas terminan como este sangriento capítulo de la historia egipcia y de la primavera árabe en general. 

No se puede mantener al Presidente Morsi en cautiverio indefinido sin que se de una respuesta al país. Un dialogo general sería la mejor salida a la situación, sino las cosas empeorarán.

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