Venezolanos de adentro y venezolanos de afuera


La Universidad Alfonso X El sabio de Madrid y el Instituto Berg para Derechos Humanos y Relaciones Internacionales, organizan un curso de verano en Europa para discutir los principales aspectos de la agenda en la materia cada año.
En esta decima edición han asistido profesores y estudiantes de España, Colombia, Argentina, Perú, México y Venezuela. 
No crea el lector que me enfocaré en los contenidos del programa. Quisiera usar el contenido de la columna para comentarles del encuentro entre venezolanos que viven fuera de nuestro país y los que viven en nuestro país.
Ha sido para mi una experiencia ver el encuentro entre jóvenes recién graduados de nuestro país y los que han decidido buscar nuevas oportunidades en el exterior. En cada ciudad que hemos llegado con el programa, Madrid, La Haya, Bruselas, Luxemburgo o Estrasburgo,  algunos de los jóvenes venezolanos saben que algunos de sus compatriotas, antiguos compañeros de clases en el colegio, en la universidad o amigos de amigos, habitan en esas ciudades y se van contactando para encontrarse, atestiguando el tamaño de la migración reciente en nuestro país.
Un ejemplo especialmente relevante lo representan los estudiantes de la Escuela de Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana, donde la mayoría de los graduados de las primeras promociones han buscado fortuna en otros países.
Pero mas allá de las conversaciones entre amigos o conocidos, me llama la atención el cambio de actitud y de comportamiento entre los venezolanos que viven en nuestro país y los que viven fuera de Venezuela. Los de adentro, piden a los de afuera una visita al supermercado, no para comprar nada, sino para caminar y ver. Admirar los anaqueles llenos de productos iguales de diferentes marcas y recordar, para los mayores como en Venezuela se podía hacer mercado y comprar mucho de los productos que ahora parecen alejados.
Sin embargo, hay dos hechos que conmueven al mirar a ambos venezolanos. Primero al comprar algo y el otro al salir en la noche. La sorpresa de no tener que entregar la cedula o el susto de que la tarjeta de CADIVI pase o no pase, nublan el entendimiento del comprador y convierten un acto rutinario, en una emoción intensa. Por otra lado,  la salida nocturna a una terraza, un restaurant o un club convierte el dialogo en casi un ruego, seguro que no nos van a robar,  seguro que no hay inseguridad, ¿seguro que es seguro?
Sobra decir las conversaciones luego de cada evento, la comparación del estilo o de vida o las aspiraciones. Lo que si me gustaría relatar, quizás equivocadamente, en que ambos son similares, estudiaron juntos, casi se criaron juntos, pero no se ven iguales. No quisiera pensar que en estos años de revolución se ha producido un cambio sociológico en nuestro comportamiento como pueblo. No lo se. Pero lo que si puedo decir, es que la tranquilidad del que vive fuera, no se parece a la intranquilidad del vive adentro.

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