La política española esta sacudida por un rosario de
escándalos desde el año pasado. Las investigaciones por corrupción a la hija
del Rey, la cacería del Rey en África, acusaciones en comunidades o ayuntamientos por
solo nombrar algunos. Pero desde inicios del año, un expediente de corrupción
sacude las bases del Partido Popular (PP) y del propio gobierno de Mariano
Rajoy. El tesorero del Partido de Gobierno Luis Barcenas repartía sobresueldos
en sobres cerrados a funcionarios del gobierno. Por una investigación del
diario El País de Madrid, se publicaron las cuentas paralelas que este contador
llevaba, donde relataba mes a mes, euro a euro, las contribuciones que todos
los funcionarios, desde el Presidente Rajoy hasta diputados, ministros y
administración descentralizada llevaban desde hace años.
El Gobierno al principio no prestó atención al problema,
restándole importancia, como una mera campaña de la oposición. Incluso, en
Marzo de este año en Bruselas Rajoy respondió a la prensa que “todo era falso,
salvo alguna cosa”. De allí en adelante la Fiscalía anti-corrupción intervino,
encarcelaron al tesorero y se filtraron mensajes de texto entre este y miembros
del Gobierno.
Solo una amenaza de censura del Gobierno por parte del
Partido Socialista ha forzado al Señor Rajoy a dirigirse al Parlamento para
explicar la situación la semana que viene.
Sin embargo todo esta cronología sirve de introducción para
transmitir lo que pasa en las calles de Madrid y otras ciudades. Porque el
drama del analista internacional reside en que se forma la opinión sobre los
medios de comunicación, ahora con la ayuda de las redes sociales, pero es
difícil acercarse a la realidad. Por eso ahora que tuve la oportunidad de
visitar ese país y compartir con españoles sobre el tema, quisiera exponerlos
en esta columna.
La mayoría parlamentaria de la que goza el PP es tan solida
que hace casi imposible que el Gobierno de Rajoy pudiera caer o terminar de
forma anticipada. Si la presión sigue subiendo, el propio partido de Gobierno
podría nominar a un nuevo Presidente y completar el periodo. Simple solución constitucional. Pero en la
práctica esto lo que ha servido en la calle es para deteriorar la imagen no
solo del Gobierno o de la clase política en general, sino trasmitiendo la
imagen de corrupción de un sistema frente a una de las crisis económicas mas
severas desde el inicio de la democracia.
Y es allí donde esta el punto. Un sociedad que hace apenas
30 años tenía a un coronel golpista pistola en mano en las escaleras del
Parlamento, debería tomar mucho mas en cuenta, que no es la salud de un
gobierno o un presidente lo que importa, sino la preservación de un sistema de
gobierno democrático, transparente, justo e inclusivo. Y en eso de no cuidar los sistemas, los
venezolanos podemos dar clases.
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