La reciprocidad es la base de las relaciones
internacionales. Los estados aceptan en sus relaciones con otros estados, solo lo
que han construido e intercambiado entre sus propios gobiernos.
En esta misma semana, por ejemplo, Venezuela podría mostrar
en sus relaciones con Colombia un éxito importante, al anunciar los
negociadores del Gobierno de ese país y las FARC el primer acuerdo en los meses
de negociaciones en la Habana. Este primer hito en las conversaciones de paz se
refiere a la reforma del campo, que en la hoja de ruta construida en el marco
de las negociaciones fue el primer punto. Aunque el acuerdo ha despertado
criticas importantes, la sociedad colombiana lo recibe como un primer paso en
firme hacia la búsqueda de la paz.
El fallecido Presidente Hugo Chávez jugó un papel de primer
orden en estas conversaciones, como mediador político, pero también facilitando
aviones y recursos para que los guerrilleros de las FARC pudieran trasladarse
hasta Cuba. En este sentido, estos primeros pasos en la paz colombiana, tienen
acento venezolano.
Sin embargo, ahora que Henrique Capriles, Gobernador del Estado
Mirada y ex candidato presidencial
visita Colombia, llama profundamente la atención la exagerada reacción
del Gobierno de Nicolás Maduro frente a la misma.
Las reuniones de Capriles incluyeron una visita al
Presidente Santos, que no emitió declaración alguna y una visita al Congreso,
que incluyó al Presidente del Senado Roy Barreras y de la Cámara de Representantes
Augusto Posada. La frase que mas ha
impactado a la prensa internacional fue su clamor, “No dejen sola a Venezuela”.
Por cierto, el Congreso colombiano anunció que la semana que
viene, un diputado del chavismo Roy Daza los visitaría, por aquello del balance.
Las declaraciones del alto Gobierno bolivariano, incluido el Presidente Maduro, el Canciller
Jaua y de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, se convierten para la
comunidad internacional en un combustible para dar la razón a Henrique Capriles
sobre sus criticas a la situación venezolana y mucho más, como decía al
principio de esta columna, cuando Venezuela participa de manera directa en la
búsqueda de la paz en ese mismo país.
La opinión publica colombiana ha reaccionado con no poca
sorpresa por el tono de las declaraciones venezolanas. Afirmar que Capriles va a contratar sicarios
o que el Gobierno Colombiano pone una bomba en las relaciones bilaterales resta
espacio a la diplomacia bolivariana del Gobierno de Maduro, ya bastante
restringida por no mostrar de manera contundente un recuento de votos o una
observación imparcial a las elecciones.
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