Un colega profesor asiático me comentó
hace algún tiempo lo que sucedía con China. Me explicaba que el gigante
asiático recuperaba su lugar como super potencia mundial, como siempre había
sido en la historia. Estos 100 años de pobreza y sufrimiento por guerras,
colonialismo y revoluciones era solo una pequeño parentesis en su historia. Regresaban
a la posición que siempre habían tenido.
Quizás la mejor forma de reafirmar lo
dicho por mi colega asiático, es la visita del Presidente de China Xi Jinping,
a América Latina y el Caribe, donde visitó Trinidad y Tobago, Costa Rica y
México a lo largo de la semana pasada.
En cada una de las visitas anunció
millonarios proyectos de cooperación, prestamos y donaciones de miles de
dólares: refinerías, carreteras, células eléctricas solares, hospitales y
escuelas. En lo personal pude seguir la visita desde Costa Rica, donde el
Presidente hizo grandes anuncios de inversión, incluido una refinería petrolera
y la primera dama china, entrego un donativo en efectivo en su visita al
hospital de niños de San José. En pocas palabras una visita presidencial de una
gran envergadura, pero como las de antes, como en los tiempos en que la guerra
fría obligaba a cooperar con los vecinos.
Ahora, una visita del Presidente de
Estados Unidos o de un líder europeo, busca el “bien común”, los proyectos para
el “beneficio común de sus empresarios” y ninguna ayuda o prestamos directos.
Por el contrario, buscan inversiones para sus propios países.
Sin embargo, ahora el Presidente Chino
anunció ante el Congreso Mexicano, que “en los próximos cinco años, China va a importar productos
valorados en más de 10 billones de dólares y va a realizar una inversión
internacional de más de 500.000 millones y más de 400 millones de chinos van a
efectuar viajes internacionales. Así que el desarrollo de China va a ser una
buena noticia para el resto del mundo”.
Ese anuncio no son palabras o
declaraciones vacías. En todo el mundo
el peso de las inversiones chinas se siente: en África, en buena parte de
América Latina, Europa, el mundo Árabe o los propios Estados Unidos. El
Gobierno chino es un buen socio de negocios, aquí y allá. De tal forma que no se quejen los viejos
poderes tradicionales o los coloniales, cuando las clases en chino o el interés
político vaya cambiando progresivamente hacia este nuevo multipolarismo, con el
subsecuente apoyo.
La única cosa que llama la atención es
la ausencia de la parada en Venezuela.
El Gobierno del fallecido Presidente Chávez representó la apertura para
la política de China en el continente a comienzos de la década pasada, pero en
este nueva etapa el país no fue considerado. Interesante perspectiva, ahora que
el Canciller Jaua se fotografía sonriente con el Secretario de Estado de los
Estados Unidos de América, el ex candidato presidencial John Kerry. ¿Será que
ignoramos algo?
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