La semana pasada tuve ocasión de visitar Colombia para acudir a mi curso de Derecho Internacional
Humanitario de la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá. El análisis de la jurisprudencia de un país
sumido en una guerra interna desde hace mas de cincuenta años, lo convierte en
el laboratorio perfecto para el análisis de uno de los cuerpos normativos mas
complejos en su aplicación práctica.
Sin embargo, no quiero concentrar el objeto de este artículo
al Derecho Internacional sino en la experiencia de Colombia. Bogotá, cuenta ahora con la primera etapa de un
completamente nueva aeropuerto, con las mas modernas instalaciones. Apenas han
inaugurado una parte muy pequeña, quizás un 25%, pero ya se siente el impacto
positivo del mismo. El sistema de
transporte masivo TransMilenio, ya se extiende hasta el propio aeropuerto y
recorre toda la ciudad, permitiendo una movilización rápida en un autobús,
seguro y confiable. En la calle, nuevos
centros comerciales florecen y la construcción privada parece en un boom de
primera categoría.
Por ello, recorrer la capital bogotana y no pensar en el ex Director
del Departamento de Planeación de ese país, Esteban Piedrahita, que
publicó en la Revista Semana, un análisis interesante sobre la situación
económica de Venezuela. Señaló que en 1960 nuestro país era el más rico de
América Latina y el poder adquisitivo por habitante era cuatro veces el de
Colombia y un 85 por ciento el de Estados Unidos. Después de medio siglo de
bonanzas petroleras, esas cifras ya no son. A pesar de toda esta riqueza el PIB
per cápita de Venezuela pasó de 4 veces el de Colombia, a 1,2 veces. En
relación con Estados Unidos, pasó del 85 al 25 por ciento.
Estos análisis macro económicos, solo
complementan la visita a las tiendas y supermercados, donde productos de origen
nacionales e importados contrastan con nuestros propios auto mercados y la
forma como se construyen los precios en nuestro país.
Además, lo que parece más interesante
es la profunda fe del colombiano de la calle, de que las cosas van a mejorar,
que las cosas pueden encontrar un mejor camino para la paz, al referirse al
complejo proceso de agenda de las conversaciones que se celebran en La habana y
la difícil situación que general enfrenta el país en su guerra interna.
Sin embargo, todo este optimismo sirve
de telón de fondo a los venezolanos que viven en ese país, donde representan
uno de los grupos nacionales más grandes, trabajando y produciendo para el
crecimiento de esa sociedad. Pero
quizás, lo más significativo ha sido ese apoyo fraterno sobre la situación de
nuestro país, el tema de las elecciones y la situación que todos vivimos.
Articulo publicado en el diario Tal Cual de Caracas el 10 de mayo de 2013
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