La Unión Europea esta atravesando la crisis mas importante de su historia desde su fundación en los
estertores de la Segunda Guerra Mundial.
Las criticas que se formulan a diestra y siniestra parecen
tan diversas que son difíciles de enumerar en una columna como esta. Pero intentemos enfocar el análisis.
El problema mas urgente y quizás el más visible de los que
atacan la Europa de los 27 es la grave crisis económica y financiera, que tiene
dos grandes puntos de partida: primero intentar crear un modelo de desarrollo
único para todo un continente y en segundo lugar, la moneda única que
representa el Euro y que elimina a los países miembros la posibilidad de
aprobar y utilizar para palear sus crisis internas las políticas
monetarias. Estos dos elementos de
forma aislada, tienen una parte muy importante de la responsabilidad de la
crisis que azota al esquema de integración del continente.
Por otro lado, pero no menos importante, tiene que mirarse
la crisis política que se ha desatado como resaca de la crisis económica. En todo el continente, cada pueblo tiene su
discurso: los alemanes se preguntan porque tienen que ayudar a rescatar a los
portugueses y españoles; los ingleses apoyan a un nuevo partido político cuya
bandera es retirar al país de la Unión; los franceses piden a la comunidad
evitar sentimientos anti-alemanes; los griegos acusan a los alemanes de no
haber cancelado nunca las deudas que se adquirieron en ocasión de la invasión
durante la Segunda Guerra Mundial; los belgas quieren separarse entre ellos
mismos, porque hay muchos funcionarios europeos en Bruselas, por solo nombrar
algunas de las acusaciones que se oyen en las calles de las capitales europeas.
En el otro lado del espectro político, el Gobierno Federal
Alemán exige mas garantías a los países dentro del euro, para mantener la
promesa que la nueva moneda europea sería tan fuerte como el Marco Alemán,
mientras los franceses intentan sin
éxito, mediar en una crisis continental.
¿Pero cuales son las opciones? A estas alturas muy
pocas. Mantenerse dentro de una agenda
económica tan poco flexible a países con agendas tan diversas, esta teniendo un
gran costo. Pensar que Grecia y Alemania
pueden llevar las mismas políticas monetarias, es por decir lo menos, una gran audacia. Por no referirse en general a las políticas
de los países del sur, representados por Portugal, España, Grecia e Irlanda,
que se encuentra mas al norte geográfico pero igualmente en esa agenda.
Pensar en una flexibilización del Euro y dejar dos
velocidades en ese esquema de integración económica, sería una buena forma de
controlar los daños ya ocurridos y salvar lo que se puede salvar. Quizás el
costo político sea alto, pero aun quedara Europa que rescatar.
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