Un papa latinoamericano es sin duda un tema para celebrar.
Más allá de cualquier discusión sobre la naturaleza y los problemas de la
Iglesia Católica, se calculan en un billón doscientos mil los feligreses que
siguen las enseñanzas de la antiguamente conocida Iglesia Católica, Apostólica
y Romana. Además, el Papa es el Jefe del
Estado Vaticano y como tal ostenta tal dignidad que le permite actuar en el
mundo de las relaciones internacionales. Esos son hechos que deben ser tomados
en cuenta.
De tal forma, que un sacerdote latinoamericano venido de la
Argentina, logre llevar la voz de una región del mundo, al interior del propio
Vaticano, pero al mundo entero es motivo de celebración. Todos en estas últimas
horas hemos leído la historia del sacerdote jesuita, de sus enfrentamientos con
el Gobierno de la Señora Cristina Kichner y las acusaciones que ya sectores de
la izquierda que apoyan a ese Gobierno han formulado contra el nuevo Papa,
sobre su colaboración con la dictadura militar. Podemos prever esas acusaciones
como parte de la agenda con la que tendrá que lidiar el Vaticano.
Pero analizando mas de cerca la elección del Colegio de
Cardenales en este caso, es la opuesta a la elección de Benedicto XVI. El
primero, un académico con amplia experiencia vaticana, fue designado para poner
orden en la casa. En este caso, Francisco I representa un camino más cercano al
de Juan Pablo II. En este caso, hay
paralelismos que se pueden explorar. Solo Juan Pablo II conocía de cerca la
naturaleza del régimen comunista, como ciudadano polaco y con una gran vocación
pastoral. En este caso, un personaje que ha lidiado en América Latina con
diversos movimientos militares, dictaduras y los principales problemas de
gobiernos ricos y poderosos con poblaciones pobres, sin apoyo real para salir
de la pobreza pero con mucho populismo, puede representar un aire fresco en la
política internacional.
Por lo pronto, el papado de Francisco I no será tan largo
dada su avanzada edad. Pero sabemos que en su condición de jesuita, una de las
ordenes religiosas mejor conocida por su formación y apego a la defensa de la
Iglesia, traerá un nuevo balance de poder al interior de la Iglesia, que
esperemos que permita los necesarios cambios que deben darse y sobre todo abrir
las puertas de la institución para atraer a todos por igual y disipar muchas de
las dudas que en los últimos años la falta de oportunas decisiones han creado
en el mundo entero.
Pero esperamos, que por sobre todas las cosas, su
pontificado permita construir un nuevo consenso latinoamericano, que ayude a
nuestro continente a ocupar un lugar más justo en el concierto internacional.
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