Norte de Africa




Mucho se ha especulado sobre las consecuencias para el mundo en general y el musulmán en especial de la primavera árabe. Los cambios de gobiernos fueron obvios y la guerra que se libra en Siria es una consecuencia directa, en progresiva evolución.

La salida de los hombres fuertes de la región:  Gadafi en Libia, Ben Ali en Túnez o Mubarak en Egipto tendrían un efecto en toda la zona.  Estos gobiernos fuertes representaban un dique de contención para diversos movimientos fundamentalistas, que sobre el vehículo religioso han venido ganando apoyo entre diversos sectores de la población.

Esta podría ser una de las validas explicaciones de la violencia generada en el territorio africano, especial y recientemente en Mali y Argelia. De tal forma que la respuesta del gobierno Francés en apoyo del Gobierno de Mali y la acción del gobierno de Argelia para rescatar el secuestro de la planta gasífera, en las zonas sur cercanas a la frontera de Mali, sean una reacción en cadena. Casi un efecto domino.

El Gobierno de Argel en su reciente rueda de prensa, explicaba como los secuestradores se habían movido por el territorio norafricano desde Libia, dirigiéndose al sur hasta Mali y luego habían entrado al territorio argelino, cargados de armas y con experiencia de combate.  En este sentido, la Secretaria de Estado Hillary Clinton, en su última aparición, explicaba en una interpelación acerca de la muerte del Embajador de Estados Unidos en un ataque en la población libia de Bengazi, que los movimientos de combatientes fundamentalistas islámicos, provocada por las operaciones de ese país en Afganistán y Pakistán, habían ocasionado un desplazamiento hacia esa zona africana, razón por la cual los Estados Unidos deberían responder.

Todos estos factores actuando en una misma región, con un trasfondo religioso, puede servir como un elemento que amalgame diversas agendas en la zona:  el anticolonialismo francés, movimientos antinorteamericanos,  e incluso las recientes acciones de organismos internacionales como la Corte Penal Internacional o la propia ONU en la operación en Libia. Un eventual denominador común ocasionado por la intervención francesa podría empujar a una espiral de violencia de consecuencias imprevisibles. Recordemos además la localización geográfica de Libia y Argelia, frente al mundo europeo y las ramificaciones que la población musulmana posee a todo lo largo y ancho del viejo continente.

Hasta ahora la forma como la intervención francesa se ha llevado a cabo, y la fulminante operación del Gobierno Argelino no han permitido la extensión del conflicto, pero a medida que otros gobiernos anuncian el apoyo de las operaciones, política o militarmente, las posibilidades de comenzar una escalada en la región pueden ser incalculables.

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