Las últimas
semanas las tensiones entre Japón y China han escalado los límites más altos de
las últimas décadas. La soberanía sobre un conjunto de islas, de 8 kilómetros
cuadrados, es el centro de atención. Las islas Senkaku en Japón o Islas Diaoyu
en China han sido objeto de disputas territoriales desde finales del siglo XIX.
Japón mantiene control territorial sobre
las islas desde 1895 y a partir del Tratado de San Francisco, suscrito en 1951
donde Japón rechazo sus reivindicaciones territoriales en la zona y puso fin a
las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en esa materia. Este tratado fue
aceptado por China y no se mencionaron las islas en el mismo. De tal forma que
Japón ratifica, por la omisión China, el control territorial del mismo; aunque
este último proclame el control sobre las mismas de forma inmemorial.
Desde el
punto de vista jurídico la situación podría ser clara, pero desde el punto de
vista político la idea de las riquezas pesqueras y petroleras en la zona, han
inflado los ánimos de sectores de la población. En esta ocasión, la decisión del Gobierno de
Japón de nacionalizar instalaciones privadas, fue interpretada como una forma
de ratificar la presencia soberana e incendió los discursos en China.
Por otro
lado, aunque las tensiones por el control de las islas han aparecido en varias
ocasiones en las décadas anteriores, en esta oportunidad hay elementos foráneos
que podrían cambiar el curso de los acontecimientos.
El papel de
Taiwán en la disputa es distinto al de los años anteriores. La conocida como
China Nacionalista, para diferenciarla de la China Popular o China Continental
ha venido retrocediendo en sus aspiraciones independentistas dada la política
del Gobierno de la China Popular de bloquear cualquier experimento en este
sentido. Es por ello que el Gobierno y la Armada Taiwanesa están participando
en el reclamo y desarrollando acciones intimidatorias en la zona en tensión.
En las
calles de China y Japón, muchas protestas se han presentado y muchos
empresarios han optado por tomar un bajo perfil a la espera de una situación de
mayor calma. Aunque en el clima de recesión mundial, un comercio bilateral que
supera los US $ 300.000 millones por año es muy importante para ambos y ninguno
está dispuesto a arriesgarse. Pero las agendas territoriales en el contexto de
nacionalismos extremos podrían tener consecuencias imprevistas.
No creo que
tengamos confrontaciones directas en el Asía, pero si ejercicios de soberanía
naval que podrían elevar la tensión por momentos. Lo que sí es un tema a
considerar es el impacto en el resto del mundo, al revisar las controversias
marítimas. Es por ello que todos estos elementos deben ser tomados en cuenta
por nuestro país, que con varias controversias territoriales y marítimas aún
pendientes, debe figurar en la Agenda Nacional, en particular en la zona
esequiba, para ratificar la validez de nuestros reclamos.
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