Esta
semana, el Canciller de Perú firmó en representación de UNASUR un acuerdo con
el Consejo Nacional Electoral para reglamentar “el acompañamiento electoral”
que esta organización prestará para las próximas elecciones presidenciales en
Venezuela. El objeto del
“acompañamiento” será según el Art. 3, “presenciar
el proceso electoral, dentro del marco del respeto, solidaridad y cooperación,
para la generación de conocimientos y experiencias en materia electoral, a
favor de los organismos electorales de los Estados miembros de UNASUR”.
Esta Misión, según el Art. 16 podrá entregar un informe después conocidos los
resultados de la votación, donde se consignaran las “sugerencias y recomendaciones que promuevan la generación de
conocimientos y la divulgación de buenas prácticas en materia electoral en el
país anfitrión”.
Esta
“observación light” que aprobó el CNE Venezolano es la consecuencia directa de
los resultados de las observaciones de las Misiones Electorales en las elecciones
del 2006 que señalaron criticas importantes en el proceso electoral, como el
caso de la misión de la Unión Europea que señaló en su conclusión No. 5, las
violaciones de la Ley Electoral por parte del Presidente Hugo Chávez y muchos
funcionarios públicos.
Para estas
elecciones en octubre próximo no existirán “misiones de observación”, ni la
OEA, ni la Unión Europea, ni siquiera la Fundación Carter participaran en esta
elección que le aseguraría al Presidente Hugo Chávez 20 años continuos en el
ejercicio de la presidencia de Venezuela.
El anunció
de Jennifer McCoy de Fundación Carter esta semana, en relación con que el CNE
de Venezuela “ ya no necesita la observación internacional para dar confianza
al proceso", abre muchas interpretaciones, pero que en cualquier caso no
ayuda a generar confianza en la institucionalidad que rodea a las elecciones y
la forma como el resultado de las mismas sean asimilados por el país y la
comunidad internacional.
Las
observaciones electorales son un elemento fundamental en las relaciones
internacionales contemporáneas, tal como lo establece la Carta Democrática
Interamericana y la ONU a través del PNUD, que tiene la función de promover la
democracia en la comunidad internacional.
Ningún
presidente democráticamente electo en Latinoamérica ha gobernado por veinte
años ininterrumpidos. Si ese resultado se produce, como anuncia el Presidente
Chávez, su victoria debería ser refrendada por cuantos observadores imparciales
sean necesarios, especialmente de
organismos con experiencia electoral como el caso de la OEA y que ya han
observado elecciones en nuestro país. Si ello no sucede, perderemos todos.
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