Libertad de Expresión

Esta semana que concluye con dos hechos en la América Andina que obligan a replantear el tema de la libertad de prensa e información y la relación entre los gobiernos y los comunicadores.
El primero de los hechos, el más reciente capítulo de la saga del Presidente Correa en contra de los medios de comunicación privados.  En su programa de radio y televisión de los días sábados “Enlace ciudadano” denunció al periódico “La Hora” como prensa corrupta y frente a las cámaras, rompió un ejemplar del diario.  Desde el inicio el gobierno de Correa se ha enfrentado a los medios privados, logrando condenas judiciales  de toda índole en contra de quienes los critican, desde el cierre de medios hasta una indemnización de 40 millones en contra del periódico “El Universo”.
El segundo de los hechos sucedió en Colombia, con la liberación por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) del periodista francés Roméo Langlois, después de mantenerlo por más de un mes. Las primeras declaraciones del periodista defendían el buen trato que le habían dado sus secuestradores, que era “un invitado”, que le habían “cargado el morral y llevaban un colchón”.  Agrego luego que "Son pobres matándose entre pobres,(…), a veces la prensa y el gobierno ha logrado vender imágenes distorsionadas, pero cuando uno viene a estas zonas ve que la realidad es más compleja". 
El periodista fue capturado por las FARC cuando acompañaba al Ejercito Colombiano en un operativo para desmantelar centros de producción de drogas o laboratorios de drogas controlados por los grupos guerrillero
Estos dos hechos son los extremos de un debate latinoamericano, pero también mundial ¿Cuáles son los límites de la libertad de expresión? ¿Puede un presidente romper en un gesto de violencia en cámaras un periódico que lo critica o un periodista afirmar que un grupo guerrillero es simplemente un conjunto de pobres que luchan con la venta internacional de narcóticos?
El Derecho Internacional de los Derechos Humanos ha intentado establecer ciertos limites en el tema, dejando claro algunos extremos. Los directores y editores de la  Radio-Televisión Libre de las Mil Colinas (RTLM) de Ruanda fueron sentenciados a cadena perpetua por incitar al genocidio durante los 100 días que duró la masacre en el país africano. Desde la condena a Julius Streicher durante los juicios de Núremberg, los medios no pueden utilizarse para realizar apologías al odio de un grupo contra el otro, así ese instigador sea el propio presidente de un país o a justificar las agresiones de un grupo en guerra en contra del otro grupo, aunque este sea un corresponsal extranjero.
En esta época donde las mayorías precarias pretenden aplastar a las minorías disminuidas con un supuesto mensaje de legitimidad frente a los otros.  Allí es donde se hace necesario la participación de la comunidad internacional gobiernos, organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales para lograr el equilibrio entre estas fuerzas.

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