Hace 30
años culminó la guerra de las Malvinas. El enfrentamiento que marcó una época
de la política internacional en América y representó el comienzo del fin de las
dictaduras en el sur del continente.
La Junta Militar
encabezada por el General Leopoldo Galtieri, usó el recurso de la unificación
popular alrededor de una reivindicación histórica, para ganar apoyo. Las cuentas parecían claras, la
administración de Ronald Reagan había apoyado cualquier gobierno que prometiera
la lucha contra el comunismo mundial y la posibilidad de que un gobierno inglés
al otro lado del mundo, iniciaría la operación militar naval más grande después
de la Segunda Guerra Mundial era muy baja.
Los
cálculos de los militares argentinos salieron totalmente equivocados. La administración Reagan intentó jugar un
papel neutral, mientras le daba todo el apoyo logístico y militar a su antigua
potencia colonial. Latinoamérica, con notables excepciones apoyo la aplicación
del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca TIAR, pero no se logró
nada. Algunos países se comprometieron
con la causa argentina, como fue el caso de nuestro país, que se unió al boicot
contra el Reino Unido.
La derrota
incondicional de las fuerzas argentinas, amarga en sí misma, fue dando paso a
la decepción cuando las ayudas a soldados que se enviaban de todo el continente
terminaron en redes de corrupción dentro de la dictadura militar. Luego, la democracia Argentina debió reconstruir
los contactos políticos y diplomáticos para restablecer al país en la comunidad
internacional. Mercosur y una nueva diplomacia sirvieron para abrir caminos.
Sin
embargo, la presencia colonial británica en territorio argentino sigue igual.
Nada ha cambiado, todos los intentos por abrir un dialogo a nivel de ONU o
bilateralmente se han estrellado contra la visión inglesa de mantener colonias
en los puntos clave de la navegación mundial, Gibraltar, Malvinas, Caribe, por
nombrar algunos.
El último
capítulo lo constituye el llamado a referéndum por parte del gobernador
británico de las islas para consultar a los habitantes, llevados a esas islas
por el dominio imperial inglés, si quieren pertenecer al Reino Unido. El resultado del referéndum no sería
sorpresivo, una mayoría casi absoluta ratificaría el control británico de las
islas ubicadas a miles de kilómetros y hará aun más difícil una solución
negociada.
Casi 1.000
hombres murieron en esa guerra de tres meses, 31 aviones destruidos, 8 buques
hundidos, 11 averiados, son algunas de las cifras inolvidables. Pero por encima
de todas esas muertes y la destrucción de propiedades quedará la ambición de
los gobiernos, en poner por encima de los intereses nacionales, las agendas
circunstanciales para mantenerse en el poder. Y esa fue, al final, la misma razón que impulsó a ingleses y
argentinos, en el medio el pueblo que murió por esos intereses.
Comentarios