Una de las
primeras obligaciones de todo estado independiente, es seguir siendo estado
independiente. De allí nacieron las
primeras teorías de soberanía como rechazo a la injerencia. Es decir, como
estado “soberano” puedo rechazar la presencia de cualquier otra fuerza foránea
y si es necesario imponer la voluntad de ese colectivo mediante el uso de la
violencia.
Las fuerzas
armadas en el mundo representan ese brazo aniquilador, cuya función bien
definió el prusiano Carl von Clausewitz,
“la guerra es la continuación de la política por otros medios”. De esta forma dejo
clara mi posición respecto a la necesidad de que cada estado tiene de
prepararse para defenderse, en especial a través de sus fuerzas armadas. En el
caso venezolano, este debate ha estado siempre presente, especialmente después
de la aparición del petróleo, que se convirtió en nuestra debilidad como
recurso estratégico, pero también nuestra fortaleza porque nos permitió
conseguir el mejor armamento de los proveedores más importantes, Francia, Reino
Unido, Estados Unidos y más recientemente Rusia por nombrar algunos.
Por eso la idea de desarrollar una industria militar permanente, espíritu
representado en CAVIN o DIANCA ha estado siempre la agenda de desarrollo
venezolano. Sin embargo, lo que no tiene
sentido en este contexto político económico es la asociación con Irán para
desarrollar estos proyectos, tal y como se ha informado recientemente por la
prensa mundial y ratificado por el propio Presidente de la República, en
ocasión del anuncio de la construcción de una fábrica de aviones no tripulados
de vigilancia, ya bautizados “Arpías”.
Podemos exponer al menos 3 razones por los cuales la asociación
industrial con Irán no es la más aconsejable para nuestro país: 1. Hay socios
más confiables en la construcción de ese tipo de aeronaves, con probadas
muestras de eficiencia; 2. En la región tenemos países con avanzadas industrias
militares que podrían asociarse con nuestro país, como es el caso de Brasil,
Argentina o Chile. Así se ratificaría el discurso de integración y se
potenciaría la industria regional y 3. Cooperar en el desarrollo militar con Irán
es ilegal, de acuerdo con las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU.
¿Por qué un país como Venezuela rechaza las 3 razones fundamentales:
eficiencia, integración regional y derecho internacional en su relación con
Irán?, ¿Por qué no desarrollar la industria con los socios regionales?, ¿Por
qué no comprar la mejor tecnología disponible?, ¿Por qué violar el derecho
internacional? Estas preguntas básicas
deberían ser objeto del debate del modelo de país que debe salir de las
próximas elecciones presidenciales. Una respuesta para cada una de estas
preguntas nos debería aclarar el camino para tomar una decisión. No acerca del
próximo presidente, sino del país que queremos.
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