La situación
de los Derechos Humanos y la participación de Venezuela en los sistemas para su
protección requieren ya de otro tipo de análisis. La constante repetición de su
críticas y las violaciones, el irrespeto de los funcionarios y la ausencia de
ética en su aproximación a los mismos obliga a mirar el problema desde otra
perspectiva y con otras herramientas.
En primer
lugar, usaremos la literatura con Giuseppe Tomasi di Lampedusa
y su novela “gatopardo” para entender la acción internacional del gobierno en
la materia. Todo hay que cambiarlo, desde el nombre del país, sus órganos,
todo. ¿Para qué? Para seguir haciendo lo mismo, como paso en el Examen Periódico
Universal ante el Consejo de Derechos Humanos de ONU, donde todo el alto
gobierno viajó a Ginebra, contrataron las orquestas, llevaron a los
funcionarios a defender lo indefendible y luego decir que nada sirve. Algo
similar al abandono de Venezuela de la Comunidad Andina (CAN), nos fuimos
porque Colombia firmó un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y luego,
nuestro propio país firmó un acuerdo de libre comercio con Colombia para
garantizar el suministro de productos básicos. Es decir, cambiamos todo pero no
para que todo siguiera igual, como en el clásico italiano, sino para que
estuviéramos peor. En el seno de la CAN teníamos protecciones y
salvaguardias en un acuerdo de libre
comercio, esto no existe.
En segundo
lugar, usaremos la historia. El primer
presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos fue Romulo
Gallegos, nuestro Presidente escritor, nuestro Presidente mártir de un golpe de
estado militar. Cuando la comunidad de
las Américas decidió nombrar al escritor caraqueño, como el primer presidente del
órgano hemisférico, la decisión tenía una profunda carga ética y moral, que
honraba y reconocía la lucha democrática de nuestro país. Un civil, víctima de
un golpe militar se elevaba a la máxima posición de la protección de los
Derechos Humanos. Venezuela, ahora 50
años después, vuelve a darle un golpe de estado a Gallegos. En esto Venezuela
superaría a las dictaduras del sur, ni los Generales Pinochet, Videla o Stroessner
por solo nombrar algunos, se atrevieron a denunciar al órgano que los
investigaba, denuncia y a quienes debieron de abrir las puertas de sus
cárceles, salvando la vida de muchos de los activistas en defensa de los
derechos humanos.
Si Venezuela tuviera un genuino deseo de reforma
el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, permanecería al interior del
grupo, promoviendo los temas que el gobierno bolivariano considera
prioritarios. Pero los ataques al sistema parecieran esconder una agenda
política mucho más compleja y más relacionada con las próximas elecciones que
con el desempeño del país en Derechos Humanos. Ojala el Gobierno evalué mejor
los temas y no transite por los mismos caminos andinos del abandono de la CAN.
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