La primera
vuelta en las elecciones en Francia sorprendió a muchos observadores. La
derrota del Presidente Sarkozy, la victoria del Partido Socialista, el tercer
lugar de la extrema derecha y el marginal sexto lugar del Partido Ecologista
están en el menú. Veamos algunos de estos temas:
El
Presidente Sarkozy se veía cómodo, Francia esta de vuelta en la mesa mundial,
dirige operaciones de intervención humanitaria en Costa de Marfil, el portaviones
francés sirve de plataforma para los ataques en Libia, el eje Paris-Berlín
gobierno la Unión Europea y una rápida reacción de seguridad por el ataque a
una escuela judía poco antes de las elecciones auguraban un primer lugar, ya
tradicional en la política francesa, al Jefe del Eliseo. Pero no fue así. Llego
de segundo, por menos de 1%, pero segundo al fin.
El Señor
Hollande, un socialista del aparato del partido logra reunificar las filas y
por momentos hace olvidar el escándalo sexual de Dominique Strauss Kahn. El
graduado de la Escuela de Administración Pública (ENAP) defiende la idea de un
gobierno más equilibrado hacia los valores socialdemócratas, alejado del dominio
de la Señora Merkel en Berlín, quizás fueron algunos de los elementos que lo
empujaron al primer lugar.
La extrema
derecha, encarnada en la Familia Le Pen, logró un tercer lugar con casi seis
millones y medios de votos, casi el 20% del electorado. Este es el grupo a
conquistar en la segunda vuelta, pero aunque se anuncie que dejaran a los
votantes libertad de elecciones, es difícil que un seguidor de Le Pen vote al
Partido Socialista.
El gran
fracaso de la Señora Eva Joly como candidata del Partido Ecologista, echa por
tierra su carrera como juez y eurodiputada en defensa del ambiente en Francia.
Los ochocientos mil votos, no representan más del 2,31% del electorado y los
convierten en una fuerza marginal, políticamente irrelevante para la segunda
vuelta.
Pero, la
pregunta: ¿Quién ganará en la segunda vuelta? Muchos analistas en la prensa
europea presagian la victoria socialista, como una vuelta del equilibrio
político. Personalmente creo que hay varias razones que apoyan la continuación
de Sarkozy: la crisis económica no ha golpeado a Francia tanto como a otros
socios comunitarios, la figuración política internacional de Francia y su
gobierno le han valido muchos apoyos al común de los franceses, que disfrutan
de la “Gran Francia” en el tablero internacional, recuperando parte de su
influencia perdida, en un momento en que en el viejo continente se
redistribuyen los poderes.
Un amigo
francés me decía que Sarkozy tenía mucho de Napoleón, bajito, de mal carácter,
de origen no francés, buen gusto por las mujeres y con ansias de dominio
mundial. Y eso, al común de los franceses les gusta mucho. De tal forma, que si
este colega tiene razón, tendremos a Nicolas Sarkozy por otros siete años,
sino, un aire socialista volverá a Francia para recordarnos que ser socialista
es siempre una opción inteligente, para construir una sociedad igualitaria.
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