Muro de Berlin: 50 años


El 13 de agosto de este año, se cumplirán 50 años de la construcción del Muro de Berlín. Denominado oficialmente por las autoridades de la República Democrática Alemana y el Partido Comunista como “Muro de Protección Antifascista”, representa el mejor ejemplo de la Guerra Fría y del fracaso de la imposición de modelos económicos, en contra de la voluntad de las personas.

El Muro de 115 kilómetros de largo, dividió Berlín occidental y Berlín Oriental, pero también aisló al Berlín democrático del resto de la República Federal Alemana. La rapidez de la construcción del muro por parte de las fuerzas armadas alemanas democráticas dejó familias y comunidades divididas; un verdadero drama humano. No hay una cifra oficial de los muertos por intentar cruzar el muro, oscilan entre 150 y 270, incluyendo los fallecidos por pisar los campos minados que estaban del lado comunista.

Aunque ya ha pasado más de una década desde la caída del Muro en 1989, visitar Berlín y ver los efectos que la división de la ciudad trajo consigo son espeluznantes. Sin lugar a dudas, el Gobierno Alemán hace increíbles esfuerzos por borrar las marcas que este muro dejó en la ciudad y sus ciudadanos. Hoy es fácil identificar los sectores más pobres la ciudad, como aquellas urbanizaciones que estaban del lado comunista. Incluso, muchos edificios del lado comunista aún continúan utilizando calefacción de madera y servicios de agua muy precarios.

Pensar en Berlín como un laboratorio social, es una tentación difícil de resistir. Una nación dividida, destruida por la guerra y sometida a un esquema de desarrollo totalmente distinto. En el lado alemán federal no comunista, la rapidez de la recuperación y el modelo centrado en el desarrollo económico individual se opuso al modelo de alemán democrático comunista, que siguió las directrices de la economía centralmente planificada en Moscú y la idea permanente de luchar contra los enemigos externos. El paradigma es simple: los mismos alemanes, sometidos a diversos esquemas de desarrollos produjeron países distintos, sociedades distintas.

El ejercicio sociológico histórico es fácil de analizar. En un momento dado, los ciudadanos se cansaron de la represión para atravesar el muro y todo comenzó a caer. Los berlineses comunistas que entraron al Berlín libre, no podían creer la cantidad de tiendas y productos que podían comprar en ellas, sin necesidad de hacer largas colas, racionamientos o autorizaciones del Partido; desde leche, pan, harina, ropa hasta automóviles de última tecnología que podían adquirir con sólo poseer el dinero.

El Berlín de hoy, 50 años después, es una ciudad con fuerza que intenta construir y mitigar los errores del pasado; nunca borrarlos. Como sociedad y como país es un ejemplo para reflexionar, olvidar el bienestar de cada uno de los ciudadanos en favor de supuestos ideales superiores, es una gran mentira.

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