Libia: las mil y una historias


La historia mil veces repetida. Gritos y desafíos destemplados por doquier: no nos rendiremos, no nos sacaran de aquí, nuestro pueblo nos defenderá hasta el final, un largo etcétera para todos los dictadores del mundo.

En Venezuela conocemos muy bien esas frases, han sido varias veces las ocasiones en que en Venezuela las estatuas como las de Antonio Guzman Blanco han caído o los bailes de los militares en el Circulo Militar terminaban en un alzamiento como en 1958.

Hasta aquí la historia es una repetición simple. La verdadera pregunta tiene que ver con la capacidad de la comunidad internacional en cambiar la historia, que los próximos acontecimientos de Libia sean diferentes.

La fortaleza del régimen de Gadafi quedó en claro en los seis meses de lucha en el país. No fue ni fácil, ni rápido, como muchos pensaban. Gadafi no entendió los cambios en la comunidad internacional. Ya no podía jugar como en la guerra fría. El Consejo de Seguridad desarrolló un plan que funcionó: primero la Corte Penal Internacional anunció una investigación para determinar los crímenes que había cometido contra sus propios ciudadanos. Luego, una orden de captura de INTERPOL lleno las páginas de los periódicos. Al final, la famosa declaración de Gadafi a los habitantes de Bengazi, cerró el juego “No habrá misericordia, no habrá piedad; los buscaremos casa por casa, habitación por habitación”.

Horas después el Consejo de Seguridad de la ONU, sin ningún voto en contra, decidió el fin del régimen de 42 años de Gadafi. Pero él aún no se daba cuenta. Países africanos, la Unión Africana y Turquía trataron de buscar una solución negociada, pero ya no había lugar para la negociación: se entregaba a la Corte Penal Internacional o la batalla llegaría hasta el final. Y así pasó.

Libia no podrá seguir el camino de Egipto y juzgar a Gadafi en su territorio, demasiados años en el poder lo impiden. Un juicio internacional sería una salida política interesante y sentaría las bases de un futuro. Los errores que se cometieron con Saddan Hussein en Iraq no se pueden repetir. Es necesario exponer todas las operaciones terroristas que patrocinó el Gobierno de Libia y dejar en claro su responsabilidad en la muerte de muchos inocentes en varios lugares del mundo. El exilio dorado en Europa ya no es posible.

El Consejo Nacional de Transición que ya tiene un amplio reconocimiento internacional recibe el apoyo de todos, incluida China, en la búsqueda de una reconstrucción rápida para el país bajo supervisión de ONU. Pero los peligros de inestabilidad vienen de todas partes, desde los fundamentalistas islámicos hasta la antigua familia real libia que aspira regresar.

¿Tendrá esta historia un final feliz? Ya no depende de Gadafi. Muchas muertes sin sentido, en la idea de perpetuar una dictadura de más de cuarenta años, dejan un aire de tristeza en todos. Pero el juicio a Gadafi sería la mejor forma de decir, que el nuevo paradigma internacional está presente y que las cosas pueden ser diferentes.

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