Polonia preside la Unión Europea


Un fantasma se cierne sobre Europa. No es la predicción con la que Marx y Engels marcaron el siglo XX, si no las dudas del éxito de la gestión común de los asuntos europeos en el siglo XXI.

El viernes pasado, el Primer Ministro de Polonia, Donald Tusk, asumió por primera vez a nombre de su país, la presidencia rotatoria y semi-anual de la Unión Europea. Y las dudas sobre la conducción de este país en el momento más delicado de la Unión Europea, siembra vacilaciones en gobiernos y ciudadanos.

La Unión Europea se basa en dos grandes políticas; primero la creación de un espacio económicamente ampliado, donde bienes, servicios, capitales pero sobre todo las personas puedan moverse libremente, como si estuvieran dentro de un solo país y segundo, el manejo coordinado de una moneda común que congrega a 17 de los 27 países de la Unión Europea.

Estas dos políticas comunes, el espacio soberano ampliado y la moneda común, crean grandes problemas pero al mismo grandes oportunidades. Por ejemplo, cualquier ciudadano europeo puede vivir y trabajar en el resto de cada uno de los 27 países, sin mayores limitaciones que las que un estado pide para sus propios nacionales. Es decir, un español puede trabajar en Bélgica, como si fuera un belga y viceversa. Pero esta libertad de trabajo fue complementada con un espacio de libre circulación conocido como el espacio “Schengen” donde los controles policiales en las fronteras nacionales, no existen. Esto significa que el control de los ciudadanos extranjeros que ingresan a Europa, está en manos del primer país de entrada y por otro lado, nadie puede controlar los movimientos de los europeos entre los 25 estados firmantes del Acuerdo, de los 27 Estados que no quisieron suscribirlo desde el principio, como fue el caso del Reino Unido e Irlanda.

Esta decisión que sembró de confianza a los ciudadanos y estados de la Unión Europea, ha sido víctima de los movimientos de personas con fines delictuales y en especial a los indocumentados que atraviesan el Mediterráneo y aprovechando esa ausencia de fronteras internas pueden trasladarse por todo el continente. Esta libertad de circulación ha sido recientemente limitada como consecuencia de la presión de muchos sectores.

Estas mismas dudas al control policial de las fronteras, la tienen los países que son socios de la Unión Europea en la moneda común, euro. Las advertencias que lanzó siempre el Reino Unido de la dificultad de lograr una sociedad definitiva en el mundo económico, parecen resurgir en la mente de alemanes, holandeses y franceses por nombrar solo algunos.

El mensaje polaco al comienzo de su presidencia ha sido claro: hay que acabar con los fantasmas y retomar el sueño de éxito europeo, que ha permitido al conjunto de pequeños países unirse con las potencias tradicionales para construir la potencia y fortaleza que hoy representa la Unión Europea. Solo el tiempo dirá si el mensaje polaco tiene acogida, pero por ahora, Europa está llena de fantasmas.

Articulo publicado en el diario Tal Cual de la ciudad de Caracas, el 8 de julio de 2011

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