Honduras: todos ganan


La política exterior suele estar envuelta en un debate teórico. Para algunos, es una forma de política que tiene por objetivo ayudar a los estados a conseguir los objetivos nacionales para beneficio del pueblo. Para otros, es simplemente una expresión de poder del estado, que contribuye a conseguir sus objetivos geopolíticos.

Esta dicotomía es el ambiente apropiado para analizar la Resolución de la Asamblea General de la OEA, que el miércoles 1 de junio pasado levantó las sanciones contra Honduras en ocasión del golpe de estado al Presidente Zelaya.

Para los que piensan que la política exterior es un ejercicio que permite a los ciudadanos mejorar su calidad de vida, esta decisión nos debe llenar de satisfacción. Un presidente que fue arrastrado de su cama en la madrugada y un esfuerzo internacional reconoce los errores cometidos, pero también válida la búsqueda de las soluciones en el marco de las elecciones organizadas por los propios hondureños. El Presidente Lobo seguirá en el poder y el ex presidente Zelaya podrá seguir en política.

Por el contrario, para los que creen que la política exterior es el ejercicio más real del poder del estado más allá de sus fronteras, el eje de los países del ALBA logró imponer una solución adecuada a su estilo. La inesperada alianza de los presidentes Chávez y Santos al propiciar el Acuerdo para la Reconciliación y el papel de Ecuador en el seno de la Asamblea General de la OEA configuran un extraño juego geopolítico.

Se impone el regreso de Zelaya, dentro del respeto de las autoridades y de la Constitución. Este juego a tres bandas, obligo a Ecuador a tomar el papel de la voz discordante en el seno de la OEA, frente a una aclamación del órgano hemisférico con la presencia de la Secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton. De esta manera, lo que habría sido un final perfecto, con aplausos y cobertura mundial por la presencia directa de la Secretaria de Estado, se convirtió en un arreglo de conveniencia para la OEA y una aparente victoria de Manuel Zelaya.

Pero la letra pequeña siempre es más compleja. Debemos recordar que Zelaya pedía invalidar las elecciones y retomar el poder para organizar nuevas elecciones. El nuevo acuerdo obliga a respetar la Constitución, pero al mismo tiempo ofrecer las garantías para poder reformarla.

En síntesis, la OEA logró una importante victoria, donde simplemente las cosas vuelven a un punto de juego inicial donde la sociedad hondureña deberá buscar los apoyos y balances para re-establecer la democracia plena. El fin de las sanciones permitirá a los hondureños disfrutar de los créditos internacionales que tanto necesita.

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