¿Quien se equivoca?


La declaración del Presidente Hugo Chávez en Uruguay el día miércoles pasado: “Gadafi está haciendo lo correcto” representa la profunda crisis en las bases del derecho que ha gobernado las relaciones internacionales desde los años sesenta del siglo XX.

En los años posteriores al fin de la Guerra Fría, los gobiernos de muchos países lograron reformas a los tratados vigentes para otorgar protección a los movimientos rebeldes que en todas partes del mundo se levantaban contra la dominación colonial. De esta forma, revoluciones en todo el sur comenzaron y el proceso de creación de nuevos estados en África y Asia cambió para siempre el mapa del planeta en que vivimos. Conceptos como autodeterminación y lucha de los pueblos libres llenaron la mente, los manuales de derecho internacional y sobre todo los discursos de líderes “progresistas” alrededor del mundo. Nombres míticos para grupos de izquierda llenaron la boca de muchas discusiones en el mundo: Nasser, Gadafi, Mubarak o Mugabe. Pero transcurridos esos años, muchos de esos nombres encarnan el mal contra el cual lucharon.

La comunidad internacional, integrada no sólo por estados, sino también por organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales y académicos, por nombrar algunos han logrado mover el paradigma reinante: la idea existente hoy es proteger a la gente, proteger a los individuos que luchan por el disfrute de sus derechos humanos. Esa batalla se da en la actualidad en muchos frentes: en los sistemas de protección de derechos humanos, tanto en la OEA como en Europa, África o en la Corte Penal Internacional.

Las mentes progresistas que ayer defendían la soberanía como la posibilidad de autodeterminación, han sido ya sobrepasadas por la idea de la soberanía como protección. Un estado tiene un deber primordial proteger a sus ciudadanos; si no es capaz de cumplirlo, será la comunidad internacional quien tendrá la responsabilidad de proteger a esa misma población.

Las críticas de hoy a las acciones del Consejo de Seguridad son múltiples, pero muchas giran sobre la idea de que por qué Gadafi y no otro. Podríamos dar muchas respuestas, pero considero que en este caso se recorrió todo el camino diplomático que pudo haber permitido una salida negociada al Gobierno de Libia. En 4 oportunidades se abrió el dialogo con Gadafi, incluso horas antes de comenzar los bombardeos se esperaba un cese al fuego, que permitiera retomar las conversaciones. Pero la respuesta fue siempre la misma: voy a aplastar la conspiración en mi contra.

En los medios internacionales ya declaran los portavoces de la revolución anti-Gadafi. El reloj de la historia avanza y los dinosauros se van quedando atrás. ¿Quién defiende hoy la autodeterminación del pueblo Libio?, ¿Por qué a Gadafi se le perdona, lo que no se le perdonó a las potencias coloniales en Asia o África?

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