La supervisión internacional en materia nuclear


El sábado 23 de octubre, el Presidente Chávez declaró en Tripoli que Venezuela “no acepta la tutela de nadie”, “ni se someterá a ninguna supervisión internacional” en los planes para la construcción de la recién contratada planta de producción de energía nuclear rusa.

Sin embargo, Venezuela es parte fundamental de las organizaciones internacionales desarrolladas para limitar los daños productos de la explotación nuclear, garantizar su desarrollo y uso pacífico. Veamos brevemente a que nos referimos.

Venezuela es parte de las organizaciones internacionales que tienen por misión asesorar, supervisar, y vigilar sus miembros en materia de energía nuclear, en particular la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y la Organización para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL).

La primera de las Agencias (AIEA) tiene un mandato que administra a través de 5 convenciones sobre aspectos como transporte de combustible nuclear, daños a terceros, seguridad nuclear y notificación de accidentes. Esta institución es la máxima instancia en la materia y posee un grupo de técnicos y supervisores que se trasladan a todos los países miembros para verificar el cumplimiento de todas las obligaciones. En especial, esta Agencia de la ONU es muy importante para Venezuela ya que forma parte de su Consejo de Gobernadores, que es el órgano administrador de la Agencia.

La OPANAL se estableció en 1967 con la firma del Tratado de Tlatelolco y prohíbe el uso, tenencia y desarrollo de armas nucleares. Para este fin, los países se comprometen a autorizar la supervisión para que las instalaciones para usos pacíficos no se usen para fines prohibidos por el tratado. Venezuela es uno de los países fundadores de la Organización.

Estas dos organizaciones recibieron la autorización por parte de los estados que suscribieron sus tratados de creación para efectivamente verificar que los usos pacíficos de la energía nuclear, no terminen por acción u omisión en un peligro para los propios estados, sus vecinos y la comunidad internacional en general. Esa es la única garantía para que las comunidades puedan vivir en paz y efectivamente aprovechar las ventajas de la energía nuclear.

Esta supervisión internacional es normal en todos los ámbitos de la sociedad global. Un ejemplo claro, en el cual Venezuela recibe la supervisión permanente es en armas químicas. La Organización para la Prohibición de Armas Químicas, supervisa periódicamente las refinerías venezolanas ya que estas instalaciones son fácilmente utilizables como plantas para fabricar estas armas de destrucción masiva. Esta supervisión es tan normal y natural, que pocas veces se publica o aparece en los medios de comunicación, claro está, si las cosas están bien.

columna semanal publicada en el diario Tal Cual de Caracas

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