Venezuela hostiga a la población fronteriza


Las zonas de fronteras en el mundo representan el desafío conceptual más importante para el Derecho Internacional. Para algunos representan un tercer país, para otros la solución sería el muro que hicieron en la antigua Alemania comunista o los israelitas para separar a los palestinos. En el caso colombo-venezolano, una de las mejores explicaciones las da el sociólogo latinoamericano Rubén Blades en su canción “Caminos Verdes”, exponiendo la realidad de las complejas áreas de contacto entre países.

Las acciones nacionales que se toman en un lado de la frontera se convierten en un ejercicio de política exterior, independientemente de la voluntad de los actores. En las zonas de frontera no existe una acción unilateral, todo es política exterior. Durante la última semana, las Fuerzas Armadas de Venezuela han realizado un conjunto de acciones, bajo el argumento de que las mismas constituyen un ejercicio de las atribuciones que les corresponden por ley. En la práctica se han convertido en acciones unilaterales de hostigamiento a la población civil en la frontera, que superan cualquiera de los hechos desarrollados en las últimas décadas de la relación bilateral.

Los años 80 se caracterizaron por una gran tensión en la zona de frontera, como consecuencia del incidente del Caldas. Las represalias variaron entre los cierres de la frontera y las deportaciones de ciudadanos indocumentados. Los años 90, desarticularon la violencia a través de las medidas de generación de confianza contenidas en las negociaciones suscritas en la Declaración de Ureña y luego en los Modus Operanda de San Pedro Alejandrino. La última década, por el contrario ha visto la paralización de todas las instancias de negociación, sin denunciarlas o abandonarlas; simplemente se han dejado a un lado. Las consecuencias han sido un progresivo aislamiento de las fronteras de la toma de decisión centralista en Venezuela y de la política exterior en general. La frontera pasó de ser protagonista a simple peón en un ajedrez geopolítico mayor.

Las acciones de control de la navegación, de la circulación de personas y las voladuras de estructura sin el acuerdo y la negociación bilateral, atentan contra la vida en las fronteras y empuja a una espiral de agresiones que debe ser detenida por la paz entre los dos países.

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