La derrota de Ahmadinejab


Las elecciones en Irán se salieron de cauce, por primera vez desde la instauración de la República Islámica con el derrocamiento del Sha en 1979. El ayatolá, Alí Jamenei, máximo líder del estado habló este viernes, ordenó el cese de las protestas y respaldó la victoria del actual jefe de gobierno. “La República Islámica no hace trampas” comentó en su sermón de los viernes.
Ahora toca ver el poder del máximo jefe, si la calle le hace caso, se habrá consolidado el régimen; pero si no le obedecen, estaremos a las puertas de una crisis.
Las declaraciones del Presidente Barack Obama el mismo día viernes, parecen dirigidas a esa calle: “El mundo está observando a Irán”, dijo. El mensaje es claro a la oposición que se resiste: hay grupos que desde lejos los apoyan. El candidato retador, el Prof. Mir Hosseinn Musavi representa un importante grupo de políticos y seguidores del gobierno islámico, pero enemigos del tono del gobierno de Ahmadinejad. Por ejemplo, entre los detenidos durante las marchas está el exministro de relaciones exteriores del gobierno de 1979, Ebrahim Yazdi; Mohammad Reza, hermano del ex presidente reformista Mohammad Jatamí, fue brevemente arrestado, así como otras figuras del movimiento reformista como el ex vicepresidente Mohammad Ali Abtahi y Behzad Nabavi, quien se desempeñó como el portavoz de esa corriente política.
En Washington, la Cámara de Representantes aprobó una resolución en rechazó a la represión del gobierno iraní y sobre todo al bloqueo informativo a la cobertura de las elecciones y al trabajo de los reporteros.
Pero esta victoria de Ahmadinejad no deja de ser pírrica. El costo de mantenerse en el poder, dentro del difícil sistema del gobierno islámico no le garantiza el ejercicio pleno del gobierno. Además, en la región se siente la debilidad del gobierno iraní. La semana pasada, se celebraron elecciones parlamentarias en el Líbano y la coalición occidental, anti-Siria y anti-Irán obtuvo una holgada mayoría en el parlamento de ese país. Este representa la primera derrota de los grupos fundamentalistas en el Líbano en los últimos años.
El mensaje parece claro: el gobierno de Ahmadinejad no pudo garantizar una pacifica re-elección. Sus políticas económicas desataron inflación y un deterioro en la calidad de vida de su pueblo. En política exterior, su agresivo expansionismo hacia América Latina y la confrontación con occidente por el programa nuclear no están respaldadas ni por su pueblo ni sus instituciones. Voz del pueblo, voz de Dios.

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