Fujimori preso: otra victoria del bien


El lunes 6 de abril pasado, una Sala Especial del Tribunal Supremo de Justicia del Perú sentenció a 25 años de cárcel, al expresidente Alberto Fujimori.

Algunos cientos de personas fuera del tribunal, protestaban en contra del juicio político contra el chino, acusándolo de injusticia; mientras su hija pretende erigirse como la heredera política de su movimiento.

El tiempo pasa rápido, después de la victoria contra Mario Vargas Llosa en 1990, la lucha contra el terrorismo; el controversial autogolpe de 1992; la solitaria voz del Gobierno Venezolano, por esos días bajo el mando de Carlos Andrés Perez, llamando a una sanción internacional, luego secundada sin éxito por Argentina y Chile; la disolución de la Corte Suprema de Justicia; la Asamblea Constituyente para la primera re-elección; la ley de interpretación constitucional para la segunda reelección; el cierre del canal 2 de Televisión. Algunos capítulos de la apoteosis fujimorista, impensable que terminaría tras las rejas en su propio país.

Los datos del juicio no dejan de ser interesantes: 15 meses de deliberaciones, 80 testigos y 750 páginas de sentencia. Sin embargo, hay datos más importantes: 2 de los crímenes por los cuales fue sentenciado el expresidente Fujimori, fueron previamente juzgadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como fueron los casos de Barrios Altos (2001) y La Cantuta (2006). Se produjo una interesante relación entre la justicia interamericana y la domestica.

La justicia internacional es siempre complementaria a la nacional; si Fujimori no hubiera sido juzgado en el Perú cualquier tribunal de otro país o la propia Corte Penal Internacional hubiera podido hacerlo. Por otro lado, la Corte Interamericana, en su papel de condenar estados y no personas, ya se había pronunciado y había marcado la senda del futuro a seguir. Son señales que emite el sistema internacional.

El primer presidente electo de latinoamerica que es juzgado por graves violaciones de los derechos humanos tiene en la práctica una cadena perpetua. En la actualidad, Fujimori tiene 70 años y la sentencia de 25 lo somete a un final de su vida en prisión. Quien lo habría pensado en la apoteosis Fujimorista, invencible y ahora tras la rejas en su propio país, abandonado por sus seguidores. La historia siempre se repite.

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