Justicia internacional para todos


Los tribunales parecen ganar terreno en el papel de la justicia internacional. En la semana pasada tuvimos dos noticias importantes al respecto: El Fiscal General de la Corte Penal Internacional, el argentino Augusto Moreno Ocampo, solicitó a la Sala de Cuestiones Previas, la orden de captura internacional contra el Jefe de Estado de Libia Muamar Gadafi. Este sería el segundo jefe de estado en ejercicio bajo investigación de la Corte Penal Internacional. En el otro lado del mundo, el Director General del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn, fue capturado por la justicia de los Estados Unidos de América, acusado de intentar violar a una camarera guineana de 32 años.

Ambos casos tienen mucho en común. El todo poderoso jefe de Libia, en el poder durante 40 años, intocable para muchos y el Director General del organismo más temido de la estructura internacional, son acusados por la justicia. El proceso en cada caso es muy distinto. El primero, como Jefe de Estado, está sometido ante la nueva Corte Penal Internacional y su eficacia y eficiencia está en plena construcción. En el caso del Director del FMI, está siendo juzgado por los tribunales internos de un estado. Pero ambos casos tienen un denominador común: la importancia del individuo como ser humano que requiere protección, no importa si eres un inmigrante en un hotel de lujo o si eres un ciudadano que protesta en contra de un gobierno dictatorial.

Pero el debate es muy complejo y puede resumirse en el famoso ejemplo del vaso medio lleno o medio vacío.

Para muchos, el caso contra Gadafi es político, que si bien es cierto ha cometido terribles crímenes, hay muchos otros jefes de estado que deberían ser procesados por la justicia internacional. Aunque es justo decir, que en este momento Gadafi debe ser el único jefe de estado en ejercicio que dice que va a masacrar a su población y efectivamente lo hace. El Señor Dominique Strauss-Kahn, era el candidato favorito en las próximas elecciones francesas para derrotar al Presidente Sarkozy y de esta manera, esta no sería otra cosa más que una operación encubierta de la política interna.

Pero podemos pensar, amigo lector, que en un hotel de lujo en Manhattan un rico y poderoso funcionario internacional ataca a una camarera y en su viaje al aeropuerto es detenido por la denuncia de la persona, no deja de ser una situación que llene de calma y satisfacción.

Es cierto que hay muchos problemas, que hay muchos gobiernos que se resisten al control internacional, que no permiten las visitas de los órganos de protección de derechos humanos. Pero esa negativa es hoy por hoy noticia. Las cosas tienden a cambiar, podemos y debemos ser optimistas. Hace 20 años cualquier poderosos podía abusar de un personal en un hotel, una empresa o un país entero sin temer por ninguna reacción o al menos ningún peligro real. Hoy las cosas cambian, ese es el sentido de la historia.

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